I
He vuelto, torcido por los años, a ver la luz que
Filtra la vidriera de la capilla en la casa de mi familia.
Ya sabía de esa mezcla de luces y de voces,
De pasos y ruidos suaves de cristal de bohemia.
Asomada al mar, fue construida por
Un hijo de náufragos que llegó hace doscientos
Años de Liverpool.
He vuelto deshaciendo las huellas que un día
Me llevaron al neón de las ciudades, a las mujeres que corrieron
Por delante de mí con sus collares de uvas, después de dormir con
mendigos que deseaban morder los pechos de plástico de los maniquíes
y sonreían con sus bocas llenas de alguna extraña fruta.
Virginia me invitó a pasar.
Sin saber de dónde venía me sentó en su mesa
y me vistió como a un niño mimado.
Apenas me atrevía a mirarla para no romperla…
II
Y le invité a mi mesa sin saber de dónde venía ni el propósito de su visita,
Callado y sucio se presentó en mi puerta.
Algunas criadas entre risas le pasaron la esponja por el pecho lleno de moho
mientras miraban con curiosidad su quieto ojo azul.
Dio la gracias como un perro con la garganta seca.
Le seguimos por mi casa y le vimos contemplar el cuidado jardín.
Estaba solo y yo le quise.
Me desnudé para él en un lago de leche y arena muy fina.
Entonces yo no había oído hablar del silbido de los buques fantasma,
ni de trincheras adornadas por navidad, ni de ejércitos que perseguían
por la nieve a la muerte ni de ballenas varadas en las playas.
Se afeitaba y yo le miraba.
Ángeles ensangrentados debajo de sus túnicas, batutas de ébano negro,
Barcos de plata…
Encendió todas las luces de mi casa, de tal manera que, por el día y la noche, en todas
las habitaciones trepó por todas las paredes y acabó bebiendo de todos
Los vasos; y mira que fregaron bien el suelo, pero los perros, confundidos, meses
después seguían anunciando su llegada.
III
He vuelto a la casa con forma de buque que arrastró hace doscientos
Años un inglés hasta lo alto de esta montaña. Asomada al mar,
También fue la casa de mi madre.
He aprendido en ella los ruidos que espantan a los viajeros.
Bajo las sombras de los árboles de distintas especies he escuchado
El pálpito del bosque y el rugido del océano.
Me gustan los sonidos y la música que componen.
He vuelto, solo y sucio, como en los años más anchos
De mi vida.
Me tuve que ir,
Mi torpeza aumentaba y me temía,
Mis historias la quemaban por dentro,
Y hasta con horror noté que me quería…
Virginia, dejé todas tus puerta abiertas
Todas tus luces encendidas,
Ni tus criadas con la magia más negra
Conseguirán borrar el olor que te traje aquel día.
Tengo cosidas en la lengua historias terribles.
He vuelto dejando escapar en el camino diminutas vibraciones de algo que llevo
escondido dentro de mí, detrás de una goma viscosa que recubre mi piel como la
del tronco del cerezo.