Una lectora nada común de Alan Bennett (Anagrama)
¿Por qué motivo aparece cabizbaja la reina saludando desde su carruaje? Nadie sospecharía que está atenta al libro que sujeta con la mano que le queda libre. Alan Bennet parte de la pregunta ¿qué ocurriría si a Isabel II de Inglaterra le diera por aficionarse a la lectura? y así convierte un hipotético chascarrillo en un brillante relato plagado de referencias literarias («Y la suegra de otra hermana [Mitford] era mi responsable de vestuario»). Aquellos que metan esta novela en su bolso de viaje o mochila de la piscina (pesa menos que un bote de crema solar) pasarán una par de tardes sonriendo ante una devoradora de libros que empieza a descuidar sus dos-piezas de colores chillones porque tiene mejores asuntos que atender. (Recomendación de
La inmensa soledad, Frédéric Pajak (Errata naturae)
Dos mentes atormentadas, las de Cesare Pavese y Friederich Nietzsche y una ciudad en común, Turín, donde el primero se suicidó y el segundo perdió la cabeza. A esto hay que añadir las ilustraciones del propio autor, no como complemento sino diluidas en el texto. En La inmensa soledad, Pajak no recurre únicamente a extractos de las obras de estas dos celebridades, sino que trabaja a modo de ensayo y absorbe de otras figuras, algunas de ellas con las que los protagonistas mantuvieron relación, como en el caso de Pavese y Natalia Ginzburg. Pajak nos subraya los sucesos biográficos que personalmente considera más importantes en la vida de los dos autores, como la temprana muerte del padre que en ambos desencadena la futura soledad. Porque como bien anticipa el título, esta obra gira en torno a la toma de conciencia de lo realmente solos que estamos, sobre el daño que implica tal descubrimiento, al que acompañan la locura y la muerte, y del que Pavese y Nietzsche sacaron unos de los testimonios más sorprendentes.
El arte de la fuga, Vicente Valero (Periférica)
Si en su anterior novela, Los extraños, Valero reconstruía la vida de aquellos familiares que nunca conoció pero que guardaban vidas fantásticas, en El arte de la fuga recrea tres momentos estelares en la vida de san Juan, Hölderlin y Pessoa. Un libro hecho a partir de fogonazos, escrito con una delicadeza capaz de recrear olores, luces y noches lisboetas. Una de las lecturas más auténticas de los últimos años y sin duda de los mejor de este año.
Eros.Poética del deseo, Anne Carson (Dioptrías)
Carson es una escritora capaz de romper la distancia del tiempo y los géneros literarios. Sus poemas mezclan ensayo, música y reescritura de poesía antigua con naturalidad, porque sus palabras hablan más a las mentes que a los corazones. Eros —la reelaboración de su tesis doctoral— es ejemplo de este cóctel literario donde lo viejo bebe de la fuente de la eterna juventud. Un ensayo sobre la mecánica del deseo, la importancia de las palabras para avivar su llama y lo amargo que crece en su enajenación, donde se mezclan lirismo y academicismo en las voces de Safo, Sócrates y Arquíloco, quienes nos hablan de lo que nunca cambia: las pasiones enloquecedoras, entre el amor y la lectura.
La poesía de los números, Daniel Tammet (Blackie Books)
La mayoría de nosotros percibimos las matemáticas como una disciplina cerrada que amontona pizarras con fórmulas complicadas. Una coma mal colocada, una resta mal hecha, y se desmorona todo. Sin embargo, y aunque tristemente poco evidente, las matemáticas emanan de la imaginación, por lo que implican un proceso creativo similar al de los mejores artistas. En la segunda parte de El Quijote, el protagonista se refiere a las matemáticas de la siguiente manera: «Es una ciencia —replicó don Quijote— que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo». Detrás de cada fría fórmula hay un intento de conocer «ese mundo», y eso es lo que se propone Tammet en este libro, revindicar la belleza de las matemáticas, las relaciones que mantienen con todo lo que nos rodea, incluso con disciplinas aparentemente tan opuestas como la literatura. La poesía de los números por fin da a al lector la evidencia que tanto buscaba en el aula: que las engorrosas operaciones con las que lidiaba sin entender porqué tienen un sentido, aplicaciones tan variadas que la imaginación puede jugar con ellas sin agotarse. Si hubiésemos tenido profesores como Dammet…
Siete casas vacías, Samanta Schweblin (Páginas de Espuma)
El año pasado, Schweblin publicaba la también muy recomendable novela corta, Distancia de rescate (Random House), la que el lector, con el corazón en un puño, podía leer de un tirón. Siete casa vacías mantiene la misma tensión en pequeñas dosis, siete historias a las que las une un pequeño hilo invisible (quizá como la máxima distancia de rescate) por el que desfilan abuelos seniles, madres con venganzas peculiares o mujeres desesperadas porque no pueden morirse. Distintas casas con sus distintos objetos pero al fin y al cabo sujetos o testigos de nuestros miedos, manías y paranoias.
El final de la historia, Lydia Davis (Alpha Decay)
Sentimos un atractivo terrible hacia las historias de amor ajenas (las audiencias no mienten) y, cuanto más enmarañadas, mejor. Lejos de tratarse de un mero culebrón, estas páginas registran el ejercicio de la memoria a la hora de recuperar una relación pasada con un hombre doce años menor, el papel de la obsesión en una mente que hasta entonces se juzgaba «cuerda» a sí misma y el peso de los pequeños detalles y percepciones a la hora de decidirse un desenlace.
Biblioteca César Aira (Random House)
Recientemente inaugurada, la Biblioteca César Aira recoge una selección de los títulos más importantes del autor argentino, como os contábamos la semana pasada en la reseña de El santo. Esta última, junto a otras obras como Un episodio en la vida de un pintor viajero o Cómo me hice monja suponen una entrada por todo lo alto al mundo loco de César Aira, quien, a lo largo de todas sus obras y en estos momentos, se dedica a la búsqueda de nuevas formas en la escritura. Hay que abandonar la comodidad de los caminos tantas veces recorridos y empezar a abrir otros con machete en mano.
Las pequeñas virtudes, Natalia Ginzburg (Acantilado)
Un libro de relatos, un conjunto de reflexiones de la autora de Léxico familiar (1963) a lo largo de veinte años. La Segunda Guerra Mundial, la llegada y la educación de los hijos, la juventud y la madurez, el proceso de escribir e incluso un homenaje a Cesare Pavese, el recuerdo y la añoranza de un amigo. Así se perfila Las pequeñas virtudes, manteniendo un equilibrio perfecto entre la autobiografía y el ensayo. «Por lo que respecta a la educación de los hijos, —escribe Natalia Ginzburg— creo que no hay que enseñarles las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia hacia el dinero; no la prudencia, sino el coraje y el desprecio por el peligro; no la astucia, sino la franqueza y el amor por la verdad; no la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación; no el deseo del éxito, sino el deseo de ser y de saber».
Hambre de realidad. Un manifiesto, David Shields (Círculo de Tiza)
Esta obra ya dio mucho que hablar en el mundo anglosajón y ahora se publica en español, y es que David Shields anticipa la muerte de la novela, y aunque no compartamos con él todos los razonamientos que le llevan a tal conclusión, Hambre de realidad recoge otras ideas interesantísimas acerca de la escritura, aborda peculiarmente el tema del plagio y la contribución entre artistas o la convergencia de medios a la hora de crear. Pero sobretodo Hambre de realidad puede considerarse como un libro de referencias, al que el lector acude para conocer el trabajo que están realizando o han realizado otros escritores y demás artistas a través de las reflexiones fugaces del autor, al que el lector acude también a por nuevos enfoques de realidad para ampliar sus perspectivas sobre esta y sobre las posibilidades de creación. Después de leerlo por primera vez no acumulará polvo: de lectura reincidente, Hambre de realidad es digno de ser el típico libro subrayado y manoseado.
Un día negro en una casa de mentira (1998-2014), Elena Medel (Visor)
Después de varios años de silencio, Elena Medel volvió el año pasado pisando fuerte con su poemario Chatterton, también en Visor. En Un día negro en una casa de mentira se hace aún más evidente que la poeta cordobesa no perdió el tiempo. Una lectura al azar, un poema para leer en el metro y releer en la playa, una de las voces más prometedoras de la literatura española actual.