Nosotras somos el destino del mundo;
el capitán, el mar, las olas,
el barco en general,
y la almirante que nunca hubo.
Porque nosotras siempre estuvimos aquí.
Fuimos mujeres
los primeros médicos
de algún cazador.
El primer emperador
fue Reina de Egipto.
El primer poeta fue alguna Ella.
Las primeras sonrisas
fueron las de las madres.
Mareas fértiles
como el Planeta Azul y Tierra.
Las primeras Diosas
del Amor
de la armonía y de la paz
fueron mujeres
y somos nosotras.
Las que sostienen
un lugar insostenible.
Estáis aquí
porque nos apiadamos
y os paramos los pies
de justicieros de capa
y conquistadores.
Estáis y sois
porque os hemos amado.
Porque somos los primeros ecologistas
y amamos todo.
Porque si fuera por los hombres
sólo quedarían cenizas.
Porque nosotras somos
vosotros sois.
«Fruto»
Yo soy tu tronco.
Tu origen.
Somos Alfa,
y apuntando al cielo.
La parábola del Omega
y su infinitud.
Con todo aguanto tu mirada
convirtiéndome en un deseo.
O en algo menos que eso
donde se estrellan las ansias.
Quieres que sea un paraíso terrenal.
Pero con eso no te basta.
Quieres tenerlo,
cuando no lo hay
ni lo seré nunca.
Nosotras somos
el futuro del mundo.
Algún día
todas nos daremos cuenta.
Tendrán que cambiar su genética;
los seductores;
los fascinantes.
Será el comienzo de nuestro reinado
y el fin de las estéticas.
No queremos lo que eres,
ni lo que quieres que seamos.
Se acabará el engaño
de las apariencias
y las superficialidades.
Ya asoman las psyques de las esencias.
El alma de la humanidad
asesinada tantas veces
con cada generación de mujeres
volverá a volar.
Renacerá de nuevo
para quedarse siempre viva.
Y que gane nuestra indescifrable
y con ella el fuego de todas las cosas.
Incluso las suyas propias,
en el precipicio y sin saberlo.
Un cambio en el patrón
de selección de la especie.
Esta leona es puro espíritu
y eso no se viola.
Todos vosotros
sois decisión nuestra.
A niños abuelos, padres y nietos,
cadenas en reproducción,
podemos cortaros a base de nos.
Luchando la mala hierba.
Fuimos las primeras científicas,
y cambiaremos vuestros genes
hasta que seáis bellas flores
de las mejores herbalistas.
Tendrán que cambiar su genética.
Si las leonas no queremos que lo tenga
no tiene futuro su secuencia.
Cambiarían por inercia
y sin saberlo.
Por su-per-vivencia.
Que sólo se dupliquen las virtudes.
Los dones. No los Dones.
Que el dinero no importe.
Que practiquen los corazones,
que sean sus bocas.
Que hablen
que aúllen.
Porque nosotras somos
el destino de la especie.
Y el lejano cambio
es posible en nuestras manos.
El patrón
de selección
de las mejores herbalistas
hace que se adapten las rosas.
Y que se lime su genoma
en información
y forma.
Y esas,
siempre,
fuimos nosotras.
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