“El recuerdo es una hoja de otoño que susurra un instante en el viento,
y luego no vuelve a escucharse jamás.”

Khalil Gibran

El desarrollo de la música contemporánea es un viaje vertiginoso, vigoroso, rápido, fugaz, como la mismísima vida en la tierra, fútil y ardiente, como una llama que termina con el viaje al Hades.

Y como en todos los viajes rápidos, siempre nos dejamos detalles en el camino. ¿Qué pasa cuando esos detalles son joyas de la música que nunca saldrán a la luz?

Pensémoslo bien… Si realizásemos una lista con los grandes artistas que nunca consiguieron el reconocimiento que merecían durante su vida, sería interminable: Sibylle Baier, Moondog, Nick Drake, Karen Dalton… Una de esas figuras desconocidas y olvidadas fue Jackson C. Frank. Y estoy aquí para contar su historia.

Jackson C. Frank nació en el año 1943 en la ciudad de Buffalo, Nueva York. Su vida transcurría con normalidad, le gustaba la música y solía tocar la guitarra en una pequeña iglesia de la zona. Con once años, durante una clase de música en el colegio, el sistema de calefacción estalló y provocó un gran incendio que causó la muerte de quince compañeros de Jackson. Este pasó ocho meses ingresado en un hospital, muy malherido, con quemaduras que le cubrían la mitad del cuerpo y que le dejarían cicatrices de por vida. Para Frank fue un hecho tan dramático en su vida que nunca llegó a recuperarse de la catástrofe, y arrastró los recuerdos para siempre.

En el Buffalo News se escribió lo siguiente:

«Durante más de una década no había ningún padre o madre en el oeste de Nueva York que no se congelara de miedo —al menos un poco— en el momento en que se escucharon esas tres palabras: Fuego Cleveland Hill»1.

Diez años más tarde, con veintiún años, Jackson recibió un cheque con una cantidad cercana a los 100.000 dólares por el accidente en el colegio una suma considerablemente importante dada la fecha en que recibió el dinero, a mediados de los años 60. Con el dinero se embarcó en el Queen Elizabeth y en el invierno de 1965 cruzó el atlántico para dejar atrás su pasado y poder disfrutar de una nueva vida con un nuevo destino: Londres.

Jackson C. Frank

En ese barco, mientras cruzaba el Atlántico, escribió Blues Run The Game, un corte que el legendario Bert Jansch definiría como la canción que «influenció a todo aquel que la escuchó. Podrías decir que cambió la cara del mundo del cantautor contemporáneo».

Catch a boat to England baby
Maybe to Spain
Wherever I have gone
Wherever I’ve been and gone
Wherever I have gone
The blues are all the same

2

«Blues Run The Game»

Llegado a Londres empezó a involucrarse en la escena folk donde empezaban a destacar nombres como Joan Baez, Paul Simon o Art Garfunkel. Frecuentaba la zona del Soho, en especial el club Les Cousins, ubicado en un edificio de ladrillo que compartía espacio con un restaurante griego y una sala de juego ilegal. «Agradable» y «acogedor» no eran las palabras que definiesen a Les Cousins: el local no tenía licencia para vender alcohol y, como dijo el músico y periodista Colin Harper, «un escenario pequeño, un piano en la esquina, una toma de corriente eléctrica y un micrófono.3 Era, por lo menos, el único bar «folk» en aquel momento con un micrófono».

My friends in the bars
Hell they only see the scars4

«Marlene»

En ese mismo año, 1965, Jackson grabó su primer (y último) disco, producido nada menos que por Paul Simon, a quien conoció entre el humo de los pubs. En la grabación del disco, que tuvo como nombre Jackson C. Frank, estaban presentes también Art Garfunkel y Al Stewart, con el que entabló una gran relación. El problema era que Jackson era incapaz de grabar esa música; en unas declaraciones posteriores de Stewart, diría que les pidió poner un biombo para tocar; surrealista y bello. «Fue probablemente la sesión más extraña en la que había estado. Incluso cuando Paul decía ‘OK, estamos listos’, normalmente seguían dos o tres minutos de silencio total mientras él [Jackson] se concentraba para cantar. Y después, esa preciosa guitarra y voz emergían» 5 .

La grabación duró entre cuatro y seis horas; Jackson y su guitarra. El disco es algo precioso, trasciende más allá del lirismo; no es un músico que use los sonidos para enfundarse una máscara con la que contar su historia; oh, no, es un ser humano sin máscara que te habla con sus arpegios y desde sus más profundos pensamientos. Una obra maestra de una belleza para todos los sentidos.

You know the sun has run down, oh, she’s gone out to hide
Yes, and I’m out walking, while midnight rides
Just me, the good time Charlie’s, and the suicides6

«Here Comes The Blues»

Jackson C. Frank en Woodstock, NY

El disco no tuvo mucha relevancia, no se promocionó y Jackson rara vez daba conciertos multitudinarios. Poco a poco el polvo cubrió las copias de los vinilos y el sueño de Jackson empezó a cuartearse.

Un par de años más tarde Jackson conoció a Elaine Sedgwick, una modelo inglesa, con la que contrajo matrimonio. Tras haberse gastado todo su dinero en guitarras, coches y hoteles, vuelven a los Estados Unidos, a Woodstock… y ahí es cuando la sombra del bloqueo del escritor aparece… Tendrían un hijo y una hija, pero él murió pronto de fibrosis quística y apareció una grieta en la vida de Jackson, como si las cicatrices de su rostro se volviesen a abrir.

Jackson volvió a Inglaterra para intentar conseguir algo de dinero y remontar el vuelo. Mucho le había pasado desde que grabó su primer álbum: un casamiento, la muerte de un hijo, un divorcio que se abalanza sobre él… Algo se vio alterado en su interior, y también lo haría su música. El mundo de Jackson se sumergió entonces en la depresión absoluta. Nadie le sacaría de allí nunca más.

You know the fire it burned her life out
Left me little more
I am a crippled singer
And it evens up the score7

«Marlene»

Por aquel entonces, la mayoría de los antiguos amigos de Jackson habían conseguido un considerable éxito en su ausencia, por lo que a su llegada, su amigo músico Al Stewart le ayudó consiguiendo que hiciera un tour con Fairport Convention, liderada por la cantante Sandy Denny (con quien salió durante un tiempo) se había convertido en una estrella que no paraba de crecer. Jackson tocó con ellos en el Royal Festival Hall de Londres, así como en un show con Joni Mitchell.

Después de aquello Jackson intentó sacar nuevo material y volver a despuntar en la escena folk pero, como definiría Stewart, sus canciones eran impenetrables: «No recuerdo una sola palabra de ellas, pero no funcionaban», declaró. Con toda la angustia psicológica que avasallaba a Frank, la música estaba a todo volumen, había demasiado ruido.

De vuelta en los Estados Unidos, un gran vacío temporal en su vida nos hace intuir que la figura de Jackson vagaba por Woodstock. Mientras tanto, el divorcio con su mujer era un hecho casi consumado, y no se supo nada de él hasta que, en 1970, encontró trabajo en una marroquinería.

Sabemos que estuvo viviendo en un cuarto alquilado en la casa de un señor llamado Tom Nusbaumer. Cuando Frank se quedó sin dinero, vivió en el salón hasta que finalmente Nusbaumer le echó de casa. Así lo describe él:

«Pronto recordaría este día como si fuera ayer. Le vi en la calle durante una tormenta de nieve, su barba estaba cubierta de nieve y hielo, estaba de pie frente a un edificio tratando de protegerse del viento gélido. Era tan triste. Yo, por supuesto, le dejé volver a mi casa y vivir ahí gratis el resto del invierno. Después yo me mudé de Woodstock a Nueva York y nunca le volví a ver. Pero muchas veces me he preguntado qué le pasó a Jackson. Él era un hombre atormentado, como yo lo era en aquel tiempo. Había vuelto de Vietnam discapacitado, y era amargo. Jackson y yo teníamos algo en común, los dos habíamos sobrevivido al horror, pero sus restos continuaron dándonos mucho dolor».8

En los años ochenta volvió a casa con su madre. En 1984, cuando su madre estaba en el hospital, Jackson compró un billete a Nueva York para buscar a Paul Simon. Paul tenía que ayudarle. Paul le salvaría. No dejó nota alguna. Nadie supo nada de él en años.

Lamentablemente, Frank no encontró a Paul. Cuando a mediados de los sesenta se marchó de Inglaterra a EEUU, se hicieron circular muchos rumores sobre su destino: que murió en un accidente de coche, en un accidente de avión, que viajó por todo el mundo, o que simplemente murió… Pero en los ochenta, nadie conocía a Jackson C. Frank. Dicen que se le vio deambulando por la ciudad, completamente fuera de sí, jurando que había sido alguien, que había firmado con Columbia Records, que era amigo de Simon y Garfunkel, que salió con Sandy Denny, que todos ellos amaban sus canciones…

Pocos años después la policía de Nueva York metió a Jackson en una institución mental donde fue tratado por esquizofrenia. Durante diez años pasó de un centro a otro como un pedazo de vida que vagaba a la deriva. Todo parecía derrumbarse: sin pistas sobre él durante todo este tiempo, se cree que vivió como un sintecho durante años.

Pero, ¡ah! La vida a veces nos sorprende con historias maravillosas que conceden a las personas un último respiro, una despedida digna del reino de los vivos. Es 1990 y el protagonista de esta etapa de la vida de Jackson tiene nombre y apellidos: Jim Abbott.

(Haremos un flashback para entenderlo mejor)

Jackson C. Frank

Jim Abbott, amante del folk de los años 60 y 70 descubre en una tienda de vinilos un álbum de Al Stewart que pone: «To Jackson, all the best. Al Stewart». El hombre de la tienda le dice que ese vinilo lo vino a vender un hombre que al parecer, vivía en la calle.

A través de un profesor de guitarra (antiguo compañero de trabajo de Frank), Jim consigue concertar una cita con Jackson en Nueva York, donde conocería a uno de los músicos que fuera más relevante del panorama folk sesentero. Cuando le vio aparecer en la calle, Jim quedó totalmente impresionado: «Creí imposible que ese fuera él… Simplemente me paré y dije, ‘¿Jackson?’ y era él. Mi impresión fue, ‘Oh, Dios mío’»9.

Parecía que estuviera medicado, era obeso, tenía unos andares pesarosos; una imagen que distaba mucho de parecerse al guapo, rubio y delicado muchacho que triunfaba en 1965. Jim Abbott ayudó a Frank a remontar el vuelo y le salvó de la vida que estaba enterrando al mismísimo Jackson C. Frank en el más oscuro de los olvidos. Le sacó de la calle, le consiguió dinero de los royalties que se había perdido durante todos los años (¡25 años!) que habían pasado desde la salida de su disco; le consiguió una guitarra y diversos conciertos de pequeña índole.

El 3 de marzo de 1999, un día después de su 56 cumpleaños, murió de un ataque al corazón en Great Barrington, Massachusetts.

Jackson C. Frank fue influyente para decenas de generaciones de músicos que bebieron de sus ritmos (muchos sin saberlo) a través de Nick Drake o la mencionada Sandy Denny. En fin, fue un ser humano torturado por un pasado traumático que dejó caer su talento como un bálsamo entre las líneas del único álbum que grabó. Esta es nuestra pequeña contribución para no olvidarlo nunca.

Autumn’s leaving
& winter’s coming
I think that i’ll be moving along
I’ve got to leave her
And find another
I’ve got to sing my heart’s true song.10

«Milk and Honey»

 

Notas al pie

  1. Original en inglés: “For more than a decade, there wasn’t a parent in Western New York who didn’t freeze in terror —at least a little— the minute they heard those three words: Cleveland Hill fire»
  2. Traducción al español: Tomé un barco hacia Inglaterra, cariño, / O tal vez hacia España / Adonde quiera que haya ido / Donde quiera que haya estado / Adonde quiera que haya ido / La tristeza siempre es igual.
  3. Original en inglés: A small stage, a piano in the corner, one electrical socket and a microphone. It was, if nothing else, the only ‘folk’ club at that time with a microphone.
  4. Traducción al español: Mis amigos están en los bares / Diablos, ellos solo ven las cicatrices.
  5. Original en inglés: It was probably the strangest recording session I’ve ever been to. Even when Paul would say ‘OK we’re ready,’ often this would be followed by two or three minutes of total silence while he [Jackson] psyched himself into singing. And then this beautiful guitar and voice would emerge.
  6. Traducción al español: Sabes que el sol se apaga, oh / Ella se ha ido para esconderse / Sí, y yo he salido para caminar / Mientras la medianoche galopa / Solo quedo yo, el disfrutón de Charlie, y los suicidios.
  7. Traducción al español: Sabes que el fuego quemó su vida / Me dejó poco más / Soy un cantante lisiado / E incluso iguala el marcador.
  8. Original en inglés: «Soon, I remember this like it was yesterday, I saw him on the street during a snowstorm, his beard covered in snow and ice, he was standing up against a building trying to protect himself from the cold wind. It was so sad. I of course allowed him to return to the house and live there for free for the rest of the winter. Then I moved from Woodstock to New York City and never saw him again. But I have often wondered what happened to Jackson. Jackson was a tormented man, as, at the time, I was. I had come back from Vietnam disabled, and was bitter. Jackson and I had something in common, we had both survived a horror, but the legacy continued to give us great pain.»
  9. Original en inglés: “I thought that can’t possibly be him…I just stopped and said, ‘Jackson?’ and it was him. My impression was, ‘Oh my God.’”
  10. Traducción al español: El otoño se va / y viene el invierno / Creo que me iré yendo / Tengo que dejarla / y encontrar otra / tengo que cantar la verdadera canción de mi corazón.