Hubo una época en la que no existían los premios Óscar, ni el Star System, ni la meca del cine estadounidense arraigada en el sur de California. También hubo un tiempo en el que ni el propio cine existía, que para muchos viene a ser lo mismo. Y es que, aunque muchas veces se intente ocultar, no hay película que vea la luz sin las manos de Hollywood como matrona. Incluso el cine más independiente está controlado por esta industria, no tanto en su producción, sino en su distribución. Al fin y al cabo, ¿de qué sirve hacer algo si no lo va a ver nadie? Por tanto, empieza a aceptar que por muy anti-sistema que te parezca una película independiente, forma parte de él.

Dicho esto, centrémonos en las famosas estatuillas de oro ―máximo símbolo de esta Industria― basadas en la decisión de unos semidioses llamados académicos que deciden (a veces sin ver las películas que votan) cuáles son las mejores películas del año anterior. Todavía recordamos la pasada 88ª edición, marcada por el «boicot» #OscarsSoWhite que creó una confrontación entre los que piensan que hay ciertas injusticias en Hollywood a la hora de nominar y premiar a actores, actrices y creadores negros (con Spike Lee a la cabeza), frente a otra parte de la Industria, como el actor Michael Caine, que defendían el buen funcionamiento de un sistema aparentemente meritocrático. Sea cual sea la razón, este año han crecido las nominaciones a actores y cineastas afroamericanos y parece que los galardones quieren hacer una limpieza en su expediente, vista la agitación del año pasado. Aunque ya haya actores y directores que a su vez nieguen que las nominaciones respondan a ello, como el propio Denzel Washington, quien al ser preguntado por el éxito de su película Fences, insistió en que «no estamos aquí por el #OscarsSoWhite».

Tampoco han faltado, como todos los años, la películas Made in USA ni las reivindicaciones del papel de la mujer en el cine. Por todo esto, pasamos a analizar qué está ocurriendo en esta nueva edición.

 

Lucha racial

Moonlight (Barry Jenkins, 2016), Fences (Denzel Washington, 2016) , y Figuras ocultas (Theodore Melfi, 2016). Tres películas de nueve nominadas a mejor película, que no sólo tienen un protagonismo negro, sino que sus temas principales giran en torno a la discriminación y los problemas que acarrea el ser negro en Estados Unidos. Moonlight, con un seguimiento de la madurez de un chico en el Miami de los 80, mejora sustancialmente a los «momentos de una vida» reflejados en la Boyhood (2014) de Linklater. Fences, por su parte, se centra en la figura paternalista de un hombre que lucha por sacar adelante a su familia en un ambiente de prejuicios raciales. Y Figuras ocultas, de la que hablaremos más adelante, presenta la situación de desventaja de un grupo de mujeres que buscan su merecido reconocimiento en la N.A.S.A., en un mundo liderado por el hombre blanco heterosexual. Curiosamente ninguna de ellas se enfoca en los problemas actuales, sino que desplaza su mirada al pasado. También nos encontramos con la lucha de una pareja interracial en la cruda e intimista Loving (Jeff Nichols, 2016), que en este caso pasa más desapercibida en la lista de nominaciones.

Denzel Washington y Viola Davis en 'Fences' (Denzel Washington, 2016).

Denzel Washington y Viola Davis en ‘Fences’ (Denzel Washington, 2016).

 

Made in USA

Es inevitable no contar con películas centradas en los ideales y formas de vivir estadounidenses. ¿Qué serían los Oscars si no? ¿Unos Goya sin películas sobre la guerra civil? Esto parece que al menos en España se está logrando, pero no pidamos que el autoproclamado imperio del mundo, ahora además gobernado por Trump, no hable de sus temas capitales. Empezando por el famoso sueño americano, nos encontramos con la gran favorita de esta edición: La, La, Land (Damien Chazelle, 2016). Chica conoce a chico, ambos se ayudan a seguir luchando por sus sueños, y todo ello con música de fondo y un aire a clásico producto de Hollywood (con sus tintes coloristas y un director que ya demostró con Whiplash (2014) que apuntaba alto). Pero si de producto americano hablamos, bienvenida sea la Comanchería (David Mackenzie, 2016). Lo más cercano a un Western contemporáneo, con buenos y malos, carretera para aburrir, desiertos, confrontaciones, atracos, los Ranger de Texas… Además, este film introduce a la perfección la crisis económica actual y una psicología bien trabajada de sus personajes (con un Jeff Bridges que demuestra lo que es ser actor de verdad) en un ambiente de tensión constante. Y si hablamos de pasarlo mal, la ansiedad que emana Manchester frente al mar (Kenneth Lonergan, 2016) (que nadie se confunda y se vaya a Reino Unido) se sitúa en un clima estadounidense que refleja a cada minuto las costumbres y maneras de ser de la América profunda. Todo ello ambientado en  un frío que bien podría nacer de la influencia de la notable Fargo (Joel Coen, 1996). Las anteriores mencionadas también forman parte de este universo estadounidense. No olvidemos que, aunque traten de la olvidada comunidad negra, todas ellas relatan las dificultades y problemas de negros norteamericanos.

'Comanchería' (David Mackenzie, 2016).

‘Comanchería’ (David Mackenzie, 2016).

 

Mujeres al poder

Hablando de comunidades discriminadas… ¿Directoras a la vista nominadas? ¡No! Será porque no hay, o mejor dicho, porque no dejan que haya. Sin embargo, parece que el cine está huyendo un poco del test de Bechdel y ahora hasta hay mujeres protagonistas, que hablan sobre sus propias preocupaciones y no sólo de hombres. Figuras ocultas se vuelve a colar aquí, ya que su tema principal es la realidad de un grupo de mujeres negras que intentan llegar a ser consideradas dentro de la N.A.S.A. Cerca del espacio también se sitúa La llegada (Denis Villeneuve, 2016), un film sobre comunicación y extraterrestres que introduce ciertos temas dignos de la buena ciencia ficción, con ese aura mágica producto del savoir faire de Villeneuve. Elle (Paul Verhoeven, 2016) y Jackie (Pablo Larraín, 2016) también reflejan el poder de la mujer, la primera con la fuerza y decisión de una mujer que no se deja vencer por nada ni nadie, y la segunda en una esfera de luto político. Pasito a pasito Hollywood nos la está colando. ¿Qué querrá?

Amy Adams en 'La llegada' (Denis Villeneuve, 2016)

Amy Adams en ‘La llegada’ (Denis Villeneuve, 2016)

 

De Hasta el último hombre (Mel Gibson, 2016) no puedo hablar, porque no la he visto. Me cuesta creer que Mel Gibson, con su marcada actitud misógina, homófoba y racista, pueda hacer algo que me interese. Por otro lado, de Lion (Garth Davis, 2016) ―difícil de encasillar en los anteriores apartados por tener un marcado carácter indio/australiano―, sí puedo hablar. Es una Slumdog Millionaire (Danny Boyle, 2008) que nos relata unos problemas que no entran en confrontación directamente con Estados Unidos, con una muestra humanidad expresada en planos espectaculares y aventuras melodramáticas. Es decir, la neutra de este año.

Con respecto a las grandes olvidadas, ¿qué ha pasado con el Paterson de Jarmusch? Parece que la poética y el realismo con los que el cineasta independiente relata la cotidianidad de un hombre normal con aspiraciones artísticas que encuentra en cada aspecto de su vida diaria una excusa para expresar sus sentimientos, no cumple con los requisitos de la nominación. Animales nocturnos (Tom Ford, 2016) también se queda en el tintero con una única nominación a Michael Shannon por actor de reparto. ¡El intimismo no se lleva en esta temporada!

Tras esta presentación del panorama oscaril de 2017, pido al lector que compruebe  la importancia que tienen para sí mismo estos premios. Es decir, piensa en uno de tus cineastas favoritos y busca si tiene estatuilla dorada ―ya que Leonardo DiCaprio no era el único infravalorado hasta que lo ganó, por fin, el año pasado por El renacido. En la lista de ejemplos (en lo que a interpretación se refiere) están Edward Norton, Harvey Keitel, Tim Roth, Johnny Depp, Glenn Close, Joaquin Phoenix, Annette Bening, ¡Gary Oldman!

Que la suerte (y la voluntad de los académicos) acompañe a los nominados. Aunque si me preguntan, tendría que llevarse el Óscar a Mejor Película el arte con el que Barry Jenkins ilumina la luna. Lo más probable es que no lo haga, porque la luz, si no viene de las estrellas, todavía sigue siendo asignatura pendiente en Hollywood.

Ryan Gosling y Emma Stone en 'La, La, Land' (Damien Chazelle, 2016).

Ryan Gosling y Emma Stone en ‘La, La, Land’ (Damien Chazelle, 2016).