«Se necesita una humanidad que entre a razonar con sentido del caos y globalmente como especie. ¿Podremos? Podremos si somos capaces de gobernarnos a nosotros mismos»
José Mujica, expresidente de Uruguay
Frágil equilibrio (2016) —ópera prima de Guillermo García López (1985), apoyada por Oxfam Intermón y producida por Sintagma Films— es un documental atípico. A partir de una entrevista al expresidente uruguayo José Mujica, nos hace reflexionar sobre el momento de incertidumbre en el que se encuentra la especie humana. En la película, tres historias ubicadas en Marruecos, España y Japón se entrelazan sucesivamente a pesar de desarrollarse en contextos muy diferentes. El resultado es una gran historia, acompañada de una fotografía exquisita, que se adentra en las relaciones humanas, en las dificultades por las que pasamos a lo largo de nuestras vidas y en aquello que nos motiva a seguir adelante: pobreza, soledad o muerte, pero también comunidad, solidaridad y alegría.
Independientemente de su labor como expresidente de Uruguay, Mujica representa un modo de ver la vida que le ha convertido en una rara avis en un mundo de protocolos y asesores de imagen, lo que ha despertado siempre un gran interés entre quienes perciben la política como una disciplina que va más allá de las luchas de poder. Su discurso puede parecer contradictorio, pues combina una fuerte visión negativa de una sociedad global dominada por el consumo con un optimismo basado en la capacidad de adaptabilidad del ser humano. Pero en él yace en realidad un humanismo extremo: sí, nosotros mismos nos hemos condenado a esta debacle, pero también tenemos la capacidad de salir adelante. Y esa es la visión que comparte la película: «La primera parte es completamente pesimista. Lo interesante es que luego todo se revierte y se convierte en algo positivo», nos dice su director.
Hablamos con Guillermo aprovechando el estreno de la película en Madrid. Previamente, Frágil equilibrio consiguió el galardón a Mejor Largometraje Documental Español en la Seminci 2016 y a día de hoy es candidata a mejor Largometraje Documental de los Premios Goya y de los Premios Forqué.
Fragil Equilibrio, lejos de centrarse en el personaje de Mujica, utiliza sus palabras como guía para entrelazar tres historias que muestran las complejidades de las relaciones humanas contemporáneas. ¿Cómo surgió el proyecto?
Hace dos años y medio, en enero de 2014, se me ocurrió la idea inicial y solicité a Mujica hacer la entrevista. Mientras escuchaba sus discursos en la ONU, me impactó que hablaba del ser humano. Escuchar a un político que hablaba de mí era algo que no me hubiera imaginado jamás. Y pensé que su concepción del mundo era muy cinematográfica. Es decir, él habla todo el rato en imágenes y habla de un mundo que, personalmente, me fascina: el mundo de la mezcla, el mundo global, cosmopolita; en el que se mezcla negro con amarillo, con blanco, con rojo; olores a sushi, a comida china, africana…
Uno de los logros del documental, desde nuestro punto de vista, es que tocáis temáticas en contextos muy distintos, pero que de alguna manera parten de la misma base. Desde el inmigrante o el desahuciado que luchan día a día por sobrevivir, hasta el salaryman que lo tiene todo pero vive inmerso en un círculo vicioso de consumismo y sumido en una completa soledad. ¿Qué relación intentabas mostrar entre estas historias?
El concepto visual de la película ha sido siempre el de una especie de panorámica para hablar de la torre de Babel, del collage que es la especie humana. Entonces se me ocurrió que mezclar a Mujica con eso era una buena idea. Una vez conseguimos la entrevista decidimos concretar el resto, porque no podíamos hacer una película demasiado coral pero sí podemos focalizarnos en tres historias escogidas estratégicamente.
Estas historias trazan un viaje que empieza en África y termina en Japón. Queríamos que se establecieran diferentes ejes. Uno era el eje de atracción por parte de África con España, que representa para ellos, digamos, el «primer mundo». Luego descubrimos que, al cruzar la valla hacia España, hay situaciones de una pobreza y dureza extremas. Aquí también se vive un drama social tremendo. Cuando los africanos piensan que han encontrado la libertad, se encuentran con un terreno árido.
Todos de alguna manera hemos sido inmigrantes o emigrantes, hemos buscado la libertad incluso dentro de nosotros mismos
El eje siguiente es en un país extremadamente avanzado a nivel económico, donde todo abunda, donde hay recursos. Y, sin embargo, al final del viaje hacia la riqueza, nos encontramos con la mayor de las carencias y el mayor extremo de la no-libertad, que es quitarse la propia vida. Podrían haber sido muchas otras historias. Pero pensábamos que estas representaban muy bien este eje, porque Japón es el extremo radical de la adicción al trabajo y al consumismo, algo que existe en todos los países industrializados.
También todos de alguna manera hemos sido inmigrantes o emigrantes, hemos buscado la libertad incluso dentro de nosotros mismos. Nuestros ancestros, en concreto en España, han sido emigrantes. Mis abuelos, por ejemplo. Por otro lado, la parte rodada en España habla de la vivienda pero también de la crisis. Hay muchas situaciones de crisis en los llamados países desarrollados en las que el sistema te incluye: tienes un trabajo y lo mantienes. Pagas tu hipoteca porque se supone que es lo que tienes que hacer. Alimentas esa máquina financiera, pero algún día por algún motivo te dicen que no vales, por alguna razón física, mental o circunstancial; entonces ese sistema decide que te expulsa. Pero no solo te expulsa del trabajo, sino que te expulsan de la casa, que es la manera más radical de la expulsión.
Las escenas de los desahucios son especialmente duras, quizá porque es una situación que nos toca más de cerca al público español. ¿Las habéis grabado vosotros o son imágenes de archivo?
Sí, grabamos bastante material nosotros, pero ahí me encontré con el problema de abarcar tanto con pocos recursos. Yo nunca dejé de soñar en que la historia tenía que contarse como corresponde, que es viendo cómo es un desahucio. Entonces tuve la suerte de conocer en uno de los rodajes a Jaime Alekos, que llevaba varios años trabajando en esta historia y es uno de los mejores videoperiodistas del momento: trabaja en la sombra, solo, independiente, y hay que reconocer su trabajo. Ambos compartimos una visión muy parecida, y digamos que de una manera solidaria me cedió su material para incorporarlo a la película. Además de todos los personajes que había grabado elegí algunos y los rastreé para ver en qué situación estaban ahora. Esos acabaron siendo los protagonistas, como Andrés.
Para los japoneses es más importante lo colectivo que lo individual. Pero es paradójico que dentro de ese contexto se pierde la sensación del individuo
La película nos enseña los diferentes efectos del consumismo exacerbado. Japón, por ejemplo, a pesar de tener dinero tiene una sociedad muy solitaria. Por eso construyen los sustitutos para todo lo que les falta: máquinas de compañía, de sexo, de juego. Es algo que no ocurre en otros lugares como en África, o en los pueblos indígenas, donde tienen un gran sentido de comunidad y además «no existe el estrés», como dice el mismo Mujica. ¿En qué punto crees que está Europa?
Lo primero que deberíamos preguntarnos es qué es la comunidad. Y haciendo un aporte a lo que dice Mujica, lo que he descubierto, por ejemplo, grabando en Japón, es que es una cultura extremadamente concienciada con el colectivismo. Es decir, es más importante para ellos lo colectivo que lo individual. Y es curioso, incluso paradójico, que dentro de ese contexto se pierde la sensación del individuo. Esto parece en cierto modo una contradicción.
Nosotros, en Europa, somos diferentes. Yo no podría, dentro de Europa, identificar ese rasgo común en el sentido colectivo, porque hay muchos contrastes, por ejemplo, entre el norte y el sur del continente. Podría decirte, a mi modo de ver, y sobre todo después de trabajar en esta peli, que falta un sentido de colectivismo en todos los países de Europa. Es necesario no solo el hecho de «unirse todos para hacer las cosas juntos», sino esa sensación de estar en tu casa, en la soledad, y saber que existe esa comunidad fuera y que puedes acceder a ella de una manera sana. Creo que en España, después del 15M, hemos aprendido un poco sobre ello. Hemos aprendido a funcionar en comunidades, hay muchas asambleas y hemos interiorizado sus signos, pero también quiero recordar que hace muchos años y muchos siglos que los latinoamericanos llevan organizándose de esa manera, como las comunidades quechuas. Y que tenemos mucho que aprender de ellos en ese sentido.
En el momento de rodar íbamos con mucha pasión, y los protagonistas se han rendido a nosotros, a la historia que queríamos contar
¿Cómo os acercasteis a estas personas para que os desvelaran sus vidas de esta manera? Parece que hubierais estado incluso viviendo con ellos algún tiempo antes de poneros a grabar.
Fue algo mágico, yo todavía no me lo explico. Este proyecto tiene recursos muy escasos, está autofinanciado totalmente. Por tanto, el proceso más arduo que tiene un documental, el de la propia documentación y preproducción, en nuestro caso solo ha existido desde el plano teórico. Es decir, lo único que podía hacer era investigar desde mi casa en Google. No había trabajado en el terreno antes.
Por ejemplo, fui con mi socio y productor de la película Pedro González-Kühn a Melilla, donde estuvimos una semana. El primer día nos indicaron el camino hacia el Gurugú y de camino ya nos encontrábamos con varias complicaciones. Como nosotros no teníamos mucha experiencia en ese terreno, nos encontramos ante dificultades al cruzar la frontera y subir al campamento del Gurugú, vigilado por las autoridades marroquíes que no permiten que se cuente lo que sucede allí arriba. Pero básicamente llegamos al monte Gurugú y a las dos horas de estar con el grupo de africanos fumando el tabaco que les subimos, sucedió algo y dijeron «podéis empezar a grabarnos y además queremos que nos grabéis la cara», que es algo que no dejan hacer casi nunca.
Pero en este caso lo que creo que ha sucedido es que hemos podido contar con un equipo de gente que no necesita mucho, que con pocos recursos siempre ha estado muy presta. Entonces en el propio rodaje íbamos con mucha pasión, mucha verdad, y los protagonistas se han rendido a nosotros, a la historia que queríamos contar. Evidentemente también el discurso de Mujica nos avala. También el hecho de ser independientes y no pertenecer a ningún medio nos ha abierto muchas puertas; también nos ha cerrado otras pero nos ha abierto las adecuadas.
Seguramente todo esto es lo que ha hecho que la película haya tenido tan buena acogida entre público y crítica, y haya podido participar en el IDFA y ganar el premio al mejor Documental en Seminci. Cuando la forma y el contenido van de la mano se nota y el resultado es mucho más rotundo.
Sí, y eso nos ha llevado mucho trabajo. Porque aunque no lo parezca hay que preparar antes en casa la estrategia, estudiar cómo vamos a rodar, que no haya ni un detalle suelto. Y claro, llegas a las entrevistas y hay que preparar todo, colocar la cámara… Luego, claro, hay bastante de improvisación, pero ha aparecido la gente adecuada en el momento adecuado, por eso digo que fue mágico. Por ejemplo en la conversación de Japón, encontré a uno de los protagonistas media hora antes. Contacté con un productor ejecutivo japonés, porque teníamos afinidades comunes, y resulta que le encantaba Mujica, las referencias que le había pasado y el proyecto de la película. Y él nos abrió muchas puertas que nosotros solos no podíamos abrir. Conocimos a gente que representaba un poco el papel que buscábamos. Lo bueno de esto es que no teníamos un perfil muy marcado, no queríamos profundizar tanto en los detalles del personaje, sino que queríamos que este fuera una especie de voz de todo el problema que hay detrás, ir de lo particular a lo general.
A veces parece que estemos viendo una película de ficción, hay plano/ contraplano en las conversaciones y recursos muy cinematográficos. Pero a la vez es muy real. Es como estar viendo la vida que hay detrás de una película de Iñárritu.
Evidentemente, hay una inspiración en Babel, en Sans Soleil, en Tokio-Ga, Koyaanisqatsi. Pero tengo que dejar claro que no es nada ficcionado, salvo que, evidentemente, todos los que trabajamos en esto sabemos que tienes que llegar ahí, poner una cámara y poner a los personajes a hablar. Pero nunca les interrumpimos, rodamos horas y horas de material sincronizado sin cortar, para ver qué pasaba. Queríamos que ellos sacaran las ideas, que no viniera nadie con preguntas «periodísticas». Les decíamos la temática general de la película, pero a partir de ahí, magia. Aproximadamente un 30 % de todo ese material es el que está en la película y es el que vale oro.
Esencialmente, hay dos líneas de trabajo que queríamos tocar: el sentido global hiper-humanista, el collage de mezclas, de imágenes, sonidos, texturas, melodías, incluso olores. Y por otro lado está la estrecha línea entre realidad y ficción. La realidad para nosotros es subjetiva, y pese a que hemos trabajado con periodistas no aplicamos el código deontológico de la imagen del periodismo puro. Y lo hemos querido transformar a cómo vemos nosotros la realidad. Al poner una cámara ya estás seleccionando la realidad, ya estás siendo subjetivo. Entonces a partir de ahí todo es magia.
Creo que la película está muy en contacto con la gente. Y esto es lo que yo soñaba cuando la hicimos
Volviendo a las ideas de Mujica, la película mantiene en gran parte este humanismo que siempre contienen sus palabras. A pesar de los errores cometidos y un escenario poco optimista, las personas aún tenemos la capacidad de cambiar. «No cambian las cosas, cambiamos nosotros», dice en un momento. En este sentido, nos pasa el testigo a las nuevas generaciones. Es decir, que las posibilidades no se generan solo desde el mercado o el Estado (aunque este sea también importante), sino que en el terreno personal se pueden hacer grandes cambios. ¿Crees que la película puede llegar a inspirar a que la gente cambie?
Aquí en Gijón ayer mismo hubo gente que nos abrazaba llorando. Lo bueno es que no nos dan la enhorabuena; nos dan las gracias. Esta es una película de identificaciones, porque trata de algo bastante universal y creo que hay muchos elementos en la superficie con los que un espectador se puede identificar. Cada uno proyecta lo suyo: el que está viviendo lo que es el amor, lo entiende muy bien; el que está viviendo una expulsión o una búsqueda de la libertad, o un fracaso o una frustración, también se puede sentir muy identificado. Creo que la película está muy en contacto con la gente. Y esto es lo que yo soñaba cuando la hicimos. La gente está llenando las salas y se quedan en los coloquios. Esta es la demostración de que sirve lo que estamos haciendo. En la Seminci nos llevamos el premio al mejor documental y aunque es un festival de ficción la gente llenó la sala. Lo mismo en Amsterdam en el Cine Tuchinsky dentro del IDFA o estos días en Gijón.
Quizás el hecho de que la película se haya concebido desde el inicio como una película colaborativa ha hecho que esto trascienda hasta el producto final. No solo hablamos de la campaña de crowdfunding con cientos de mecenas, sino que es una película coral tanto en el equipo de rodaje como en sus múltiples protagonistas.
Totalmente. La película está hecha por mucha gente y eso se nota. Hay una lista de agradecimientos tremenda. Además se ha grabado en cuatro puntos principales (Uruguay, Tokio, Madrid y Marruecos) y luego ha habido seis unidades donde yo no he podido estar pero que contaba con equipos de amigos y profesionales del medio que viven en esos lugares (México, Hong Kong, Qatar, Los Ángeles, Chile y Reino Unido). Ellos grababan las imágenes después de horas de reuniones por Skype e emails larguísimos sobre lo que queríamos mostrar exactamente. Les coordinamos desde España para hacer un puzzle de imágenes del mundo orientadas a Frágil Equilibrio: rostros, mercados, calles…
Lo bonito de ello es que, volviendo al tema de lo coral, todos hablamos de un mismo mensaje y una misma historia, a pesar de que cada uno lo ha hecho con unos recursos audiovisuales distintos. Hemos tenido que estudiar mucho las características de cada cámara para que todo quedase orgánico; trabajamos mucho la fotografía y el sonido directo, junto a Pablo Bürmann y José Luis Alcaine respectivamente. También el magnífico trabajo del colorista, Edu Aranda, ha estado enfocado hacia ese sentido de collage visual y por supuesto la maravillosa música de Zeltia Montes tiene una paleta de sonidos muy rica y cosmopolita. En la mezcla de sonido, Javier Fernández (Lassostudios) hizo un trabajo muy fino al enfrentarse a tantas capas, a tantas pistas. En el montaje, con mi querida Vicky Lammers invertimos largas (y divertidas) jornadas en articular todas estas piezas que venían de tan diversos lugares del mundo. Al final, con muchos lenguajes distintos todos hablamos de lo mismo. Este es un poco el mensaje que queremos contar también en la película.
Esto me lleva a la cita de Mujica en tu película: «El hombre es un animal político porque necesita de la comunidad».
Efectivamente, todo es política. Nosotros hacemos cine. Y luego las personas ven las películas y se organizan y debaten y se movilizan. Pero nuestra película no es panfletario, porque aquí hablamos del ser humano. Es curioso porque hay gente con todo tipo de ideologías que va a ver esta película y no va a poder rebatir muchas de las ideas que se dicen aquí porque hablan principalmente de las bases de la humanidad.
Lo que más quiere Mujica es estar en casa con su mujer y sus animales. Es un tipo real, sólido, veraz
¿Con qué te quedas del encuentro con Mujica?
Pues me quedo con la sensación el haber conocido a una persona de gran importancia en la historia. Y no por el hecho en sí de hacerme una foto con él. Yo le entrevisté y estuve solo una hora y media con él, y de ahí sacamos todo el material que se ve y escucha en la película. Luego fui en enero de este año a enseñarle un rough cut de la película a su casa y no tuve tiempo apenas de estar con él. Pero hace dos semanas, yo sabía que estaba de paso por España y hablé con el embajador y su secretaria personal para preguntarle por la posibilidad de hacer un pase con él aquí en Madrid. No supe nada de ellos hasta que me llamaron diciendo que el domingo por la tarde lo tenían libre y que podía enseñarles la película a él y su mujer. No habíamos organizado nada especial y en la embajada no se podía, así que, para que veas el sentido de accesibilidad que tiene él, les llevé a casa de mi amigo David en La Latina y vimos la película con unas pastas y un té. Estuvimos hablando toda la tarde ahí. ¿Qué te quiero decir con esto? Pues que él predica con el ejemplo. Él piensa «la gente llena estadios de fútbol para oírme hablar, pero no soy nadie». Lo que más quiere es estar en casa con su mujer y sus animales. Es un tipo real, sólido, veraz.
Lo vemos también en su discurso. El final de la película, en ese sentido, es muy ambiguo. Todos somos contradictorios y Mujica lo sabe. Después de todo lo que te ha dicho y que el espectador puede pensar que él lo sabe todo, entonces él te dice que no le hagas caso, que solo es un viejo que no sabe nada, vuelve a ser esa persona humilde que es él.
En la película Mujica dice que muchos de los que están abajo y que protestan pueden estar arriba en 20 años, pero que los «modelos civilizatorios» les harán comportarse como los que están hoy arriba. Y apunta: «Salvo que tengan una larga educación de carácter colectivo que permita cosas como esta [se refiere a vivir en su casa de siempre y no en el palacio presidencial]. Que estoy arriba, pero no dejo de estar abajo. Pero lo hago por decisión propia, por tener las cosas muy pensadas y discutidas. Si me dejo llevar… está todo hecho para que me lleve».
Efectivamente todo es aprender, tengo la sensación de haber aprendido y de haber visto un ejemplo vivo de todo esto, de cómo podrías llegar a ser. No hace falta ser como él pero es una opción muy válida y ves que detrás de toda esa parafernalia hay alguien muy sólido. Ser rigurosos y consecuentes es muy complicado.
Nuestra sensación es que, aunque haya momentos que quieres desaparecer de este mundo, luego sales del cine con ganas de vivir más. ¿Qué querías transmitir con esta película?
La primera parte es completamente pesimista. Lo interesante es que luego todo se revierte y se convierte en algo positivo. Eso es con lo que nos tenemos que quedar. Esa es la idea de la película.
NOTA (14.01.17) : Frágil Equilibrio’ ha sido nominada a los Premios Goya por Mejor Documental y Mejor Canción Original. Se puede ver la película en los Cines Renoir Princesa de Madrid y en Cines Renoir Floridablanca, en Barcelona.