Un año ya del desastre. Un año del caso Sosa Wagner —cuando el eurodiputado electo de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) decidió por sorpresa pedir la unión con Ciudadanos en El Mundo— y de Rosa Díez e Irene Lozano repudiando públicamente su artículo. Un año del pacto fallido con Ciudadanos, con el precio pagado primero en las elecciones andaluzas de marzo —en las que UPyD no consiguió entrar en el Parlamento andaluz por segunda vez en ocho años— y después en las elecciones autonómicas y municipales de mayo —en las que perdió sus ediles en Madrid capital y sus diputados en la Comunidad de Madrid, y experimentó una importante bajada de voto con respecto a 2011—. El año más negro de la formación.

UPyD elige este sábado, 11 de julio, quedarse donde está o dar un giro de 180 grados a su política comunicativa, tratando así de entrar a la desesperada en el Congreso de los Diputados a finales de año. Los pactos postelectorales de Ciudadanos en Andalucía o Madrid, los tres puntos perdidos por IU desde 2011 o las idas y venidas que puedan darse en Podemos en los próximos meses pueden abrir un halo de esperanza para el partido magenta; pero para ello deberá trabajar rápido y bien y aprovechar esos huecos que vayan abriendo los demás partidos.

Para un mejor entendimiento y comprensión de la situación, analicemos cada una de las cuatro candidaturas que se presentan el sábado:

  • Unidos por UPyD: junto a Renovadores UPyD, es la favorita para hacerse con el mando de UPyD a partir del 11 de julio. Está liderada por el artífice de la querella a Bankia, Andrés Herzog, y cuenta con caras conocidas como el diputado Julio Lleonart o el diputado vasco Gorka Maneiro. Representan popularmente la línea continuista dentro del partido. La medida destacada de esta corriente es la defensa del status quo de UPyD frente a otras formaciones, con las que niegan cualquier intento de coaligarse o colaborar.
  • Renovadores UPyD: liderados por Irene Lozano, diputada de UPyD en el Congreso. Al igual que Unidos por UPyD, cuenta con caras conocidas, como Toni Cantó o Luis de Velasco, y es una de las favoritas a ganar las elecciones internas. Al contrario que Unidos por UPyD, Renovadores defiende la apertura del partido a otras formaciones para pactos puntuales o coaliciones electorales que logren dar mayor visibilidad a UPyD, manteniendo siempre la autonomía del partido.
  • La Alianza: Tercera corriente en discordia y corriente crítica clave para el sábado. Presumiblemente, de su resultado dependa el resultado final del sábado, puesto que, dependiendo de los apoyos que consiga, puede dividir el voto lo suficiente como para otorgar la victoria a Unidos por UPyD. En el programa de la Alianza destaca, al igual que en el caso de REMA, la pretensión de separar cargos orgánicos de públicos, evitando así que cualquier afiliado del partido pueda ostentar a la vez un cargo en UPyD y en la administración pública.
  • REMA: la corriente de pensamiento interno que antes tomó forma, ya que, tanto Renovadores como Unidos han nacido para el Congreso Extraordinario del partido, mientras que la Alianza agrupa a numerosos críticos de la formación que hasta ahora no formaban un grupo concreto dentro del partido. Previsiblemente, es la candidatura más débil.

Tal y como se encuentra UPyD tras los varapalos recibidos en el último año, el partido corre el riesgo de celebrar el 11J sus propias elecciones a delegado de clase: queda bien, queda bonito, está genial participar pero, a efectos reales, puede no significar absolutamente nada. Puede ocurrir, pero también puede suponer un cambio real en el partido que le permita entrar en el Congreso en noviembre y tomar así un poco de oxígeno para los próximos tres años sin elecciones importantes en España.

Al margen de ideas, de propuestas, de caras y demás activos para tratar de vencer al resto de candidaturas, UPyD se enfrenta a un peligro mucho más real: la división interna que sale a relucir en los momentos críticos y que, hasta ahora, no ha supuesto espantadas de afiliados a gran escala. Pero que, dependiendo de quién gane el sábado, puede traducirse en el abandono por parte de gente que considera que la victoria de una u otra opción no aporta nada nuevo al partido. Las recetas del nuevo poder ejecutivo magenta pueden ser mejores o peores, pero no tener a quién aplicárselas o nadie que las defienda después en la calle inutilizará la capacidad del Consejo de Dirección vencedor.

Gane quien gane, la próxima dirección va a tener que enfrentarse en muy poco tiempo con problemas muy grandes de cara al futuro, y uno parece mucho más decisivo que el resto: Ciudadanos. Algunas candidaturas han defendido no acercarse lo más mínimo a la formación de Albert Rivera; otras no ven con malos ojos colaborar con ellos en caso de coincidir en las instituciones para sacar adelante demandas comunes, e incluso alguna candidatura defiende coaligarse electoralmente con ellos, manteniendo la autonomía de UPyD y previo paso de los afiliados por las urnas para decidir si refrendan la idea.

¿Debe UPyD fusionarse con Ciudadanos? Con la división existente en el partido sobre si deben acercarse a ellos o no hacerlo, no lo veo buena idea. ¿Debe colaborar con ellos? Muy a mi pesar, debe hacerlo. Este aislamiento autoimpuesto por UPyD es percibido por el votante medio como un rechazo personalista y una clara preferencia a actuar por su cuenta y poner así en peligro la consecución de sus medidas; lo cual no ha sido demasiado bien acogido por aquellas personas que podrían llegar a apoyar al partido —ahí están los resultados municipales de mayo—. Ahora bien, impulsar medidas de transparencia o de eficiencia en el gasto público colaborando con Ciudadanos y manteniendo a la vez una autonomía orgánica plena puede resultar hasta beneficioso para el partido.

Solo un día para las votaciones que marcarán el futuro de UPyD, su próxima relación con Ciudadanos y con los medios, su régimen de organización interno o sus políticas comunicativas, determinantes para darse a conocer como nueva opción política, o que, en cambio, puede obligarles a cerrar desde dentro su propio ataúd de la irrelevancia pública. UPyD se lo juega todo. UPyD se juega seguir siendo UPyD.