La bohemia madrileña se reúne en el 27 de la calle Magdalena. Ríen y charlan mientras una patata frita solitaria cruje de dolor, varios hielos trabajan y mueren, y una cadena de notas busca oídos intentando no descomponerse. Luego hablamos con Paco Cuéllar, videoartista y fotógrafo que se asoma al vacío desde el existencialismo, intentando recomponer el inmenso puzzle sin rumbo del ser y buscar respuestas donde sólo hay preguntas.

Pero hoy los que preguntamos somos nosotros, para adentrarnos en su trabajo con motivo de la inauguración de su primera exposición individual, Nitimur in Vetitum, que presentará el próximo 19 de febrero en Orense.

 

Fotografía, videoarte, diseño gráfico y web, talleres, instalaciones… Parece usted un Miguel Ángel digital.

Es cierto que soy una persona muy inquieta, me gusta experimentar y aprender todo aquello que creo puede serme útil tarde o temprano. Ya me gustaría a mi parecerme a Miguel Ángel tan sólo un 1% de lo que él fue; eso está a años luz de mi trabajo. Pero me gustaría reconocer una cosa, siempre fue para mí un referente como persona creativa y resolutiva, y como anécdota contaré que durante mis años universitarios en Madrid cambié mi foto de abono de transporte por un retrato de Miguel Ángel que recorté del periódico.

 

¿Consiguió que le multasen?

No me multaron, pero faltó poco. Cuando enseñaba el abono transporte siempre me mostraban una cara de extrañeza.

El videoarte me permite expresarme de una manera más abierta o coherente con mi propia manera de pensar

¿Por qué el videoarte? ¿Qué le brinda este medio que no le permitan otros? Del mismo modo: ¿le limita en algo?

Mi formación académica se centra en el entorno audiovisual, soy realizador de cine y televisión. Aunque mi verdadera vocación es la fotografía; desde ella me adentré al mundo del arte y desde ella sigo construyendo mis relatos, ya sean audiovisuales o fotográficos. El videoarte me permite expresarme de una manera más abierta o coherente con mi propia manera de pensar, son los pensamientos y sentimientos concatenados los que me llevan a pensar en vídeo, justo aquello que la fotografía estática me limita. Me gusta contar historias, pero no de forma tradicional, por eso el videoarte me abre la puerta de par en par a poder expresarme.

Con el videoarte no me siento limitado por ningún lado, al contrario, es el medio en el que más cómodo me siento y en el que más recursos encuentro.

 

¿Quién le condujo hasta aquí? ¿Hay otros como usted?

Pues tengo que decir que «padrino» no tengo, pero referentes sí y bastante claros. Mis gustos se centran en autores que en cierta manera han experimentado en sus obras proximidades a planteamientos existencialistas, tales como Resnais o Godard, pero también otros como Bergman, Tarkovski, Philippe Garrel, Fellini, Antonioni o Kubrick. En literatura bebo de Sartre, Heidegger, Kierkegaard, Ortega Gasset y Unamuno.

Del mundo del videoarte siempre he tenido como referente a creadores como Bill Viola, Chris Cunningham, Spike Jonze, Marina Abramovich, etc. Creo que todos ellos, de una manera u otra, se podrían encuadrar dentro de los parámetros existencialistas.

Aunque hay veces que la cámara casi me acaba absorbiendo en cuanto a número de horas, aún puedo permanecer con mis huesos en el mundo de los vivos

Reaccione ante este vídeo. En concreto, ¿Badajoz-Madrid resultó ser Venus-Plutón, como se cuenta en este fragmento de Arrebato? ¿Cuántas veces ha sido víctima de sus propios vídeos?

Respecto a lo primero, no exactamente. Mi proceso fue mucho más gradual y menos traumático que en la película de Zulueta; y, aunque hay veces que la cámara casi me acaba absorbiendo en cuanto a número de horas, aún puedo permanecer con mis huesos en el mundo de los vivos. Para mí el proceso de creación requiere de una intromisión profunda, de una adaptación emocional al caso que me competa en ese instante y un proceso de concentración máxima. En cierta medida, sí puedo decir que en esos momentos entro en un viaje parecido al de Venus-Plutón del personaje de la película, pero ni mucho menos caigo en lo peligroso del trance de creación.

En cuanto a la segunda pregunta, la respuesta es sencilla: siempre, siempre se es víctima, en caso contrario no podría llegar a interiorizar el concepto, a moverlo y acabar plasmándolo. Es muy importante el estado emocional y aún más saber reconocerlo, interiorizarlo y trabajarlo lo suficiente como para darle forma audiovisual.

El ser humano está condenado a ser libre, pero pocos encuentran la libertad

 

En sus piezas de videoarte vemos, como en este Sfilare la amenaza de la soledad, el peso de la responsabilidad, la tensión de la fragilidad. Existencialismo. ¿Por qué?

Son las experiencias personales las que nos llevan a todos y cada uno a conformar una personalidad y una persona; estas experiencias se rigen por impulsos que tiran de nosotros y nos fuerzan a que elijamos. Esa es la elección que marca la existencia, y esto sólo se conforma en uno mismo cuando acaba entendiendo que estamos solos —aunque suene incongruente hablar en plural y remarcar la soledad, pero es totalmente cierto—; estamos solos dentro de nuestro propio universo. El resto de seres son desconocidos a los que apenas conocemos, pero todos tenemos algo en común; somos seres con una tendencia clara: el fin.

 

«El ser humano está condenado a ser libre». ¿Huye usted de la libertad que le brinda «folio en blanco» con la inspiración del existencialismo?

El ser humano está condenado a ser libre, pero pocos encuentran la libertad. No, no huyo de la libertad del folio en blanco, lo utilizo bastante en tantos otros proyectos en los que estoy embarcado, pero cada cierto tiempo tengo la necesidad de liberar tensiones, pensamientos y emociones a través del videoarte, y es ahí donde el existencialismo me ayuda a centrar ideas, a concentrarme en donde estoy y hacia donde quiero ir. Luego ya puedo volver al folio en blanco.

Doy por sentado que habrá palabras que no gusten a muchos; a estos, los saludo

Entiendo que el existencialista busca el sentido a una vida que en principio no tiene. Los ultrarracionalistas, en cambio, despreciamos el sentido de la vida, pues aunque no dudamos que tiene uno inherente, las fruslerías y bagatelas con las que el ser humano lo adorna lo hacen fútil e irrelevante. ¿Qué le diría un existencialista a un ultrarracionalista para convertirlo a su secta?

La respuesta es bien sencilla: por el bien de tu existencia, no intentes convertirte en ninguna secta. Por suerte, has encontrado un camino, aunque ya me gustaría a mí que me explicaran cuál es el sentido inherente que ya posee la vida.

 

Gracias. No se olvide de saludar a su abuela.

Ha sido un placer responder a estas preguntas y rememorar la película de Zulueta, la cual vi hace años durante mis estudios universitarios y tenía bastante olvidada. Y como cierre a la entrevista, me gustaría dejar una frase que escribí hace tiempo: «…y son estas razones las que me llevan a ser quién soy sin lugar a dudas, es por ello que escribo sin temor a confundirme en una sola palabra, escribiendo de corrido y sin miramientos. Doy por sentado que habrá palabras que no gusten a muchos; a estos, los saludo».

Fotograma de la pieza audiovisual ‘3.13’ de Francisco Cuéllar y Mariana Piñar

Fotograma de la pieza audiovisual ‘3.13’ de Francisco Cuéllar y Mariana Piñar