Este artículo pertenece a la publicación Devenir Mundo, una colección autoeditada por La Grieta. Los siete textos que la componen fueron escritos de manera independiente, pero se entrelazan unos con otros mediante referencias, conceptos y preocupaciones similares. El punto de partida común es el texto comisarial de la exposición de La Colmena de mismo nombre, que fue también utilizado por los artistas para preparar sus obras. La política, la tecnología, la naturaleza, el arte, el cuerpo… todos tienen un papel en la difícil tarea de imaginar el reordenamiento del mundo.
En 2010, la pareja de artistas Thomson & Craighead instalaba un texto adherido a una de las ventanas del Highland Institute of Contemporary Art en Escocia. Igual que cuando terminan las películas, en la ventana podía leerse The End. Las letras se interponían entre nuestra mirada y el paisaje que estaba al otro lado del cristal, y nuestra experiencia de mirar sólo podía llevarse a cabo interrumpida por dicho mensaje. Thomson & Craighead nos advertían del final de nuestro sistema de representación, basado en la ventana y la perspectiva, donde el mundo se organizaba alrededor del ojo del hombre blanco. Pero además, la elección de la vista ponía en evidencia el paralelo final de aquella era geológica conocida como Holoceno, y la subsiguiente llegada del presente Antropoceno. Tal y como Thomson & Craighead apuntaban, el mundo terminó con el final de la epistemología antropocéntrica para inmediatamente comenzar de nuevo. Ahora, después del fin del mundo, nos encontramos viviendo dentro de las imágenes mismas, como ya anticipaba Baudrillard en 1981. Si echamos la vista atrás, comprobaremos que el ahora ya pasó en las imágenes del pasado, aquellas que temían un futuro distópico. El Antropoceno, Trump, Dáesh, Le Pen… es ahora, y con ello, hemos alcanzado toda previsión apocalíptica del futuro. Habitamos un nuevo espacio donde la ventana ha sido sustituida por la pantalla, instaurando consigo un nuevo régimen. Aquí, la imagen ya no es una abstracción, un doble, o un concepto (un significante) con el que apuntar a una realidad; sino lo real mismo. Aquí, las imágenes han adquirido la capacidad de modelar la realidad para hacer posible que los eventos ocurran. El proceso se ha invertido y la representación precede a la realidad.
Este es el mundo de la baja resolución, donde el lenguaje se articula en las imágenes, pero no en todas ellas. Son las imágenes pobres las que capitalizan las comunicaciones y articulan la pérdida de límites entre representación y realidad. Entre otras características, estas imágenes han perdido su genealogía, haciendo imposible rastrear de dónde vienen o a qué imaginario responden. Ha quedado dislocada aquella relación —antes irrompible— entre signo y significado para articular una cultura nacida de un intercambio de significados constante. Los parámetros con los que entendíamos nuestra existencia han cambiado y los que habitamos aquí ya no entendemos los márgenes que separan realidad y representación porque, en la baja resolución, los límites que definían esas categorías como estancas se han fundido con los de sus análogos. De igual manera, al ser este un régimen estético de la representación, las imágenes han perdido la capacidad de apuntar a un sistema simbólico (o mitológico) derivado de nuestro pasado cultural. Aquí los símbolos se usan una y otra vez, se llenan de nuevos contenidos sin importar sus significados previos. En definitiva, el mundo de la baja resolución responde a una semiótica de la paradoja que se articula en las redes sociales, y que genera mutaciones constantes en los signos y los significados. Aquí el fake es real y todo lo real es, antes, imagen.
En el mundo digital todo es imagen, pero por encima de ello, todo son datos
En 2009, Michael Najjar presentaba su serie High Altitude. Consistía en imágenes del Aconcagua, en las que Najjar había modificado el perfil de las crestas para hacerlo coincidir con gráficasde los principales índices bursátiles mundiales de los —entonces— últimos 20-30 años. Najjar superponía dos escalas temporales (la de las montañas y la del desarrollo económico), señalando a través de una metáfora la correlación entre ambos referentes (explotación incontrolada de los recursos de la tierra – crecimiento económico). Una correlación que nos ha llevado a una innegable modificación del entorno, a poner el planeta al servicio de las economías internacionales. A pesar del uso de los recursos poéticos que emplea Najjar, High Altitude pone de manifiesto algo que no podemos olvidar para sobrevivir aquí. Najjar señala que las imágenes no son sino una visualización de datos que nos hacen comprensible el nuevo orden. Las imágenes han perdido su antigua capacidad semántica (como decíamos, ya no representan un sistema simbólico), pero han desarrollado una nueva. Ahora, detrás de toda imagen se encuentran los lenguajes que articulan el presente: los lenguajes de programación. Aquí, cualquier imagen no es más que una visualización de un texto escrito en Java, Javascript, SQL, Perl, Ruby, C++, PHP, Python… En el mundo digital todo es imagen, pero por encima de ello, todo son datos. Es necesario decir que en el régimen de los datos, sabemos que aquellas promesas de conectividad, de las superautopistas de información que nos dio el final del siglo pasado, han caído al servicio del hipercapitalismo. Monopolios como Google o Facebook han impedido que llegaran a donde prometieron y que internet pudiera convertirse en el lugar de libre circulación de información y realidades que estaba destinado a ser, donde todo lo imaginable podía tener cabida. Todos los espacios de la vida han quedado absorbidos por la maquinaria del poder económico y sus intereses geopolíticos, y puestos al servicio de las lógicas del algoritmo, la predictibilidad y la anticipación. Es a través de estas lógicas que el data da forma a nuestro mundo, a nuestro cuerpo y a nuestras imágenes. Aquí, todo comportamiento que podamos llevar a cabo ya ha sido predecido, y por ende, es susceptible de ser modelado.
En el mundo de la baja resolución, ya no hay espacios en los que crear comunidad, cedidos a las redes sociales; o tiempo para construir símbolos que nos acerquen los unos a los otros, debido a la velocidad del tráfico de datos. Es urgente entender las coordenadas del nuevo orden para poder sobrevivir y reconstruir lo social. Para ello, necesitamos comprender la historia de los datos y su comportamiento, ya que son ellos quienes definen nuestra existencia. Empezaba este texto declarando que las imágenes han secuestrado el futuro, el cual ya solo puede ocurrir en el presente, en tanto que solo se genera en las imágenes. Ellas (las imágenes-datos) nos hacen vivir en una categoría de tiempo nueva, donde futuro y presente se solapan, ya que es ahora cuando se ponen en marcha los mecanismos que determinan y moldean lo futuro. Mientras tanto, a nuestro alrededor se activan mutaciones y versiones del pasado (como el fascismo a través del Alt-right, o los incesantes remakes que nos ofrece Hollywood de posibilidades futuribles). Puede que no sea desacertado decir que los datos, al fundir presente y futuro, secuestran la posibilidad de imaginar más allá, y solo nos dejan como escapatoria repensar lo pasado. Pero no hemos de entender el data como enemigo, sino como una realidad que define todos los objetos digitales que nos rodean. Hemos de entender la predictibilidad y la subsecuente anticipación que permite el análisis de datos para comprender esta nueva distribución de lo posible. Como estrategia para sobrevivir, puede que encontremos un cómplice en las imágenes de baja resolución. Si estamos atentos, puede que nos ayuden a entender esos mecanismos que relanzan el pasado proyectados en lo que un día fue el futuro. Puede que al entender esta nueva mecánica, podamos recuperar la capacidad de imaginar otros futuros posibles.
Bibliografía
Baudrillard, Jean. Simulations. Traducido por Paul Foss, Paul Patton and Philip Beitchman. Nueva York, EE. UU.: Semiotexte, Inc, 1983.
Ibid. Jean Baudrillard: from hyperreality to disappearance : uncollected interviews. Editado por Richard G. Smith y David B. Clarke. Edinburgo: Edinburgh University Press, 2015.
Berardi, Franco “Bifo”. “Accelerationism Questioned from the Point of View of the Body”. E-flux. Journal #46, junio de 2013. Disponible en: http://www.e-flux.com/journal/46/60080/accelerationism-questioned-from-the-point-of-view-of-the-body/
Didi-Huberman, Georges. Confronting images : questioning the ends of a certain history of art / Georges Didi-Huberman. Traducido por John Goodman. University Park, Penn.: Pennsylvania State University Press, 2005.
Hito Steyerl. “In Defense of the Poor Image”. E-flux. Journal #10, noviembre de 2009. Disponible en: http://www.e-flux.com/journal/10/61362/in-defense-of-the-poor-image/
Hui, Yuk y Lovink, Geert. “Digital objects and metadata schemes”. E-flux. Journal #78, diciembre de 2016. Disponible en: http://www.e-flux.com/journal/78/82706/digital-objects-and-metadata-schemes/
Rancière, Jacques. The future of the image. Traducido por Gregory Elliott. Londres: Verso, 2007.
No sé si entendí bien su artículo, pero es cierto que vivimos el mundo como representación de otro pasado (estamos obligados
a repetir la historia, por no aprender de ella, aunque es una farsa , y más en España) . «»Vivimos en Estado delincuente, con ….jueces venales, policías criminales, con políticos corruptos, medios de comunicación que se dedica a la propaganda y la desinformación» (Baudrillac) Creo que decía así la frase. . Se parece demasiado a lo que estamos viviendo: destapan, retitulan, tuercen argumentos a favor del poder… .