La libertad guiando al pueblo, ese cuadro que el señor Delacroix pintó una tarde oscura mientras se atusaba el bigote en su casa, provoca en todo aquel que lo ve una especie de enaltecimiento, de orgullo, de glorificación de la libertad, como si uno mismo hubiera estado en la toma de la Bastilla. Y es que cuando sale la palabra libertad se nos llena la boca, se infla nuestro pecho y saboreamos esa palabra como si fuera una fruta exótica. Sin embargo, ¿por qué la Libertad de Delacroix es una mujer? Unos hablarán de un artículo determinante femenino, otros más expertos de una figura alegórica que hace referencia a una de sus principales influencias, Rubens.

Yo no creo que sea algo tan anecdótico. ¿No será que realmente la liberación originaria es la de la mujer? ¿No será que es uno de los grandes problemas de la humanidad, y que es sabido por todos en todas las épocas que sin la liberación de la mujer no hay ni libertad, ni democracia, ni tan siquiera vida?

Ahora es cuando introduzco la palabra feminismo y me abuchean o me piden que use otra

Pobre Delacroix, era todo un idealista. Si pudiera pasear ahora por los Campos Elíseos probablemente su Libertad guiando al pueblo sería más bien como la serie Espacios Ocultos del fotógrafo José Manuel Ballester, en la que reproduce pinturas de gran relevancia histórica y elimina a sus personajes. «¿Dónde está mi mujer libre?, se preguntaría».

Ahora es cuando introduzco la palabra feminismo y me abuchean o me piden que use otra. Sin embargo, si sale de labios concupiscentes como los de Beyoncé o la mismísima Emma Watson suena bonito, suena sexy, suena muy vendible. El feminismo edulcorado de los medios de comunicación masivos vende sin descanso, y sobre todo en materia cultural, únicamente dos caras de la mujer: una cara A, sonrosada, cuya profesión circula por sus curvas y cree que su libertad es directamente proporcional a la ropa que lleva o no lleva; y una cara B, más madura, marcada por la maternidad, profesionalmente poderosa, pero en continua búsqueda de la eterna juventud y belleza.

Esta guerra de desgaste entre la cultura y la mujer lleva luchándose desde hace mucho tiempo y concretamente el sector del arte, donde se encuentra quizá la guerrilla más famosa. Las Guerrilla Girls son un colectivo de artistas feministas que desde los ochenta luchan por ensalzar la presencia de la mujer en el arte. Desde entonces, se aplican normalidad y cotidianeidad como maquillaje de camuflaje, intentando cubrir la pasión que hay bajo sus máscaras de gorila. Si quieres saber más sobre estas amazonas, Matadero Madrid acoge una exposición que recopila todo su trabajo con motivo de sus 30 años con el puño levantado.

Foto de las Guerrilla Girls.

Foto de las Guerrilla Girls.

Mi misión en estas letras que os escribo, queridos lectores, es entregaros humildemente unas gafas de aumento para que descubráis algunas de las iniciativas feministas editoriales que están surgiendo en España y que veáis que la lucha aún continua. Sus autoras son mujeres que forman parte de una red de ideales y pensamientos que proclaman «mujer, cultura y libertad», aliadas con sus mejores amigas, la autogestión y la colaboración mutua. Quitar la capa de invisibilidad a la mujer y mostrarla desde todos los ángulos es su principal objetivo.

Entre los años sesenta y setenta, surgió un sector encantador, libre y artesanal en el que importa más el contenido que la forma cuyo lema era el «yo me lo guiso, yo me lo como» o el más universalmente conocido DIY. Su fertilidad propició algunos de los primeros brotes de la revolución cultural y desde luego se encuentra a años luz de publicaciones como Glamour y sucedáneos, supuestamente dedicadas al bienestar de la mujer. Hablamos del mundo del fanzine, cuya consigna puede parecer un tanto desfasada si lo miramos con ojos 2.0. En este pequeño gran mundo, la pluma es libre y la temática también; quizá por eso el movimiento musical feminista, autodenominado Riot Grrrls, utilizó el fanzine como propagador de sus ideas basadas en la filosofía punk. Realizaban zines con temática centrada en la liberación de la mujer y con una forma de expresión libre de eufemismos ridículos. Su estilo indomable ha trascendido hasta nuestros días y algunos fanzines de los que aquí presento son merecidos herederos de dicha corona.

Entre las autoras de Bombas para desayunar se encuentra Roberta Vázquez, ilustradora y fanzinera con un estilo sagaz y poco complaciente

Empiezo con Bombas para desayunar, una editorial de fanzines de carácter feminista y queer que da a luz verdaderas maravillas de imprenta como lo fue FEMINIZINE, cuya publicación cesó en 2014.

Portadas de Femizine #1, #2 y #3

Portadas de Feminizine #1, #2 y #3

La distribución de fanzines es la otra apuesta de Bombas para desayunar; la selección de los zines tiene un criterio lógico: la mujer como autora, como protagonista o la crítica a su universo social. Entre sus autoras más destacadas se encuentra Roberta Vázquez, ilustradora y fanzinera con un estilo sagaz, poco complaciente y siempre acompañada de unos personajes que parecen pasear de un lado a otro de su cabeza y a los que hace protagonistas de historias tan cotidianas como increíbles. Su fanzine Fuego en los Párpados consta de 50 páginas que recopilan los cómics y dibujos realizados de enero a junio del 2012.

 Portada del fanzine Fuego en los párpados y una ilustración de su autora Roberta Vázquez

Portada del fanzine Fuego en los párpados y una ilustración de su autora Roberta Vázquez

Hace poco, tirando de la manta, encontré Horriblemente humano. Se trata de otra plataforma de edición de fanzines, con temática más variada pero con filosofía espesa como el chocolate y agridulce como la ironía.

Precisamente de su cosecha nació el fanzine ¡Nenazas! No es a ti, pero sí se refiere al insulto, al perfume del androcentrismo que afecta tanto a hombres como a mujeres. Este fanzine destaca por su sinceridad y, sobre todo, porque rompe la ventana de nuestro léxico cotidiano y saca a la luz el sexismo del lenguaje que tenemos tan interiorizado, que sale de nuestra boca sin pasar antes por nuestra conciencia. El contenido de Nenazas se centra en historias, poesía y conversaciones que muestran realidades al más puro estilo fanzinero. En concreto, me cautiva este texto de la poeta Bárbara Wong que pertenece al Nenazas 2.

Virginia
Ganaron las piedras en el bolsillo y el río,
una historia de amor destrozada y unas manos encima del papel.
Virginia, mi querida Ofelia,
sigue mirando hacia el faro, desde tu pequeña habitación propia.

Elige la amistad, los amigos; palmeras, pasteles y ramos de flores,
en resumen, lo fácil.
Lo se, Virginia, las jaquecas no se eligen,
pero sí se elige el escribir, lidiar con la realidad,
el dolor y las horas.

Perdieron el amar en secreto a mujeres, mirarte en el espejo, no sonreír nunca.
Se elige la soledad de una puerta cerrada y del escritorio enfrente tuyo.
La infelicidad, Virginia.

Se elige la anáfora, el epíteto, la elipsis como compañeras.
No ser estorbada. El agua fluyendo. La locura. La muerte.
El final del libro, Virginia.

Portada de Bragazine por la ilustradora Miram Persand

Portada de Bragazine por la ilustradora Miram Persand

Otras chicas con las bragas bien puestas son Mujeres con pajarita, un colectivo interdisciplinar que se dedica a cualquier práctica artística, siempre en materia feminista. Su último trabajo, en colaboración con Una buena barba (si sigues leyendo descubrirás si es una barba frondosa o no), es un fanzine que recopila catorce «entrevistas a mujeres que lo petan» llamado Bragazine.

La otra genealogía de Sara Torres te regala un alivio, un motivo por el que no volver a desear la vida de un hombre, un ejemplo de lo que puede ser un hogar, en el que lo sexual no este unido a «objeto»

La Revista Blusa trabaja con material de derribo, intenta tapar el vacío cultural que deja la ausencia de mujeres creadoras y periodistas. Creen en el contenido de calidad y con olor a ropa limpia que despierte pituitarias. Como cabía esperar su nombre no es azar, sino más bien símbolo de sus bodas con la igualdad de género y la mujer, en donde el oficiante es la homenajeada Clara Lemlich.

En cuanto al arte de las palabras, uno de los libros que sería cenizas en época de hogueras —aunque no tan distinta a la actual— es La otra genealogía, un poemario que ha sido fruto de la decimoquinta edición del premio Gloria Fuertes de Poesía Joven. Su autora Sara Torres, te regala un viaje a una isla donde puedes ser mujer libremente y sentirte orgullosa de serlo. Te regala un alivio, un motivo por el que no volver a desear la vida de un hombre, un ejemplo de lo que puede ser un hogar, en el que lo sexual no este unido a «objeto». En definitiva, un lugar en donde el ello, el yo y el superyó conviven en armonía.

Como bien has visto, hay mucha luz en el horizonte, esto solo han sido unos rayos y el sol maravilloso de la liberación está aún por llegar. Pero no te quedes quieta, ¡muévete! Si no es con hechos por lo menos con palabras: conciencia, se responsable con lo que dices, con la forma en cómo nos tratamos e incluso con qué compartimos en Facebook —un buen link puede que haga mucha más magia que el noticiario más progre de la tele—.

Habrá que seguir jugando al escondite, pero que no decaiga el ánimo, lo que nos han enseñado tantos recreos y patios de colegio es que no siempre ganan los mismos.

 

*Foto portada: La balsa de la Medusa, de José Manuel Ballester