[Read this article in English in Political Critique]

Serbia se encuentra en una encrucijada. Un camino lleva hacia la Unión Europea, el otro hacia Rusia. Desde la caída del régimen de Milošević durante la Revolución Bulldozer del año 2000, Serbia ha parecido inclinarse del lado de la Unión Europea. Sin embargo, el actual Gobierno serbio ha rehuido tomar una dirección clara, y el país parece tender hoy más hacia una democracia iliberal de inspiración rusa. En el último año, Serbia ha caído siete puestos en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa que publica la ONG Reporteros sin Fronteras. En su informe, señalan directamente al actual presidente, Aleksandar Vučić, como responsable de la caída, al haber puesto «el trabajo de los medios bajo una dura presión financiera y editorial, y atacar públicamente a aquellos que son más críticos con el Gobierno». Bajo el mandato de Vučić, las voces críticas dentro los medios de comunicación públicos han sido reemplazadas por voces leales al gobierno, y el desacuerdo es visto como traición. Los tabloides publican rutinariamente vergonzosos artículos sobre aquellos que se oponen al Gobierno, arrastrando por el barro a sus críticos.

El pasado 20 de octubre, artistas y activistas de la oposición pertenecientes al Salon of the Unbribables («Salón de los Insobornables») protestaban contra el descenso de la libertad de prensa en Serbia a la entrada de la reinauguración del Museo de Arte Contemporáneo de Belgrado. La protesta fue llevada a cabo por artistas que lucían máscaras con la cara de Vučić mientras repartían fotos de bocadillos y coreaban el eslogan «No queremos una sociedad de clones». La protesta pretendía replicar la manera en la que el partido dirigente en Serbia alimenta a sus votantes a cambio de uniformidad ideológica. Al final de la performance, dos artistas fueron detenidos, primero por la seguridad y después por la policía, bajo los cargos de insultar a un funcionario estatal. Uno de los detenidos fue Vladan Jeremić, que junto a dos compañeros del colectivo de los Insobornables accedió a compartir su historia y su misión con Political Critique y sus medios colaboradores.

Rena Rädle y Vladan Jeremić son artistas residentes en Belgrado, cuya práctica artística explora aquellos espacios en que el arte y la política se solapan. Han trabajado con colectivos como the Chto Delat?, ArtLeaks, Perpetuum Mobilε, SIZ , ZIP group y LevArt, entre otros. Son, además, los fundadores de los Insobornables junto a Tony Maslić y Nikola Radivojević.

Tony Maslić ha trabajado con una gran cantidad de medios, generalmente a través de instalaciones interdisciplinares y video. A través de su trabajo ha explorado las relaciones del espacio con diferentes disciplinas tales como la política, el urbanismo, la economía social, la psicología, los conflictos sociales en tiempos de preguerra y posguerra, los desplazamientos sociales y culturales, la violencia, la propaganda y el populismo, las dinámicas y comportamientos de grupo, la identidad cultural y los efectos del capitalismo.

 

¿Qué es el Salón de los Insobornables, cuál es su objetivo, y cómo comenzó?

Vladan, Rena y Tony: Creamos el Salón de los Insobornables para romper con el silencio sobre el estado del arte en Serbia y en el resto de la región. Organizamos una exposición para explorar cómo poder ser «insobornable» en un entorno en donde todo y todos tiene un precio. Hablamos principalmente acerca de la producción del arte aquí, donde la mayoría de artistas ve como única meta la inclusión de sus obras en el mercado del arte. Además, queremos abordar los problemas socioeconómicos y políticos que han generado esta escena artística. Así que invitamos a artistas a criticar la ideología del partido dirigente, que ha erosionado los valores fundamentales de la sociedad a lo largo de la última década; un proceso que se ha intensificado durante el mandato del actual Gobierno. En este sentido, Serbia no es una excepción, por lo que tenemos que conectarlo a la lucha cultural internacional, entendiendo el problema como un conflicto global. Nuestra esperanza es inspirar a otros artistas y activistas, crear conciencia, y hacer ver a la gente que no están solos.

 

¿Qué llevó al Salón a protestar frente al museo durante su reapertura, y cuál es el mensaje tras los «clones»?

Tras la caída de Milosevic en el año 2000, el Museo de Arte Contemporáneo de Belgrado fue entregado a la oposición, principalmente gente joven trabajando en el Centro de Arte Contemporáneo. Durante aquel periodo, el museo tenía problemas, pero era más abierto y crítico. Hace diez años, el primer director comenzó un ambicioso proyecto de reconstrucción que nunca terminó, cuyas razones nunca han sido explicadas por las autoridades. Desde entonces, varios directores incompetentes han estado al cargo, sin ser capaces de terminar el proyecto. En la actualidad, el museo sólo tiene un director en funciones, básicamente un administrativo. No tiene experiencia, conexiones o afinidad con el arte contemporáneo pero, sin embargo, este año consiguió completar la reconstrucción.

Los clones están constantemente repitiendo y reproduciendo, cimentando el poder de los políticos y del partido gobernante

El museo tiene potencial para convertirse en la plataforma desde la que proyectar una imagen progresista de Serbia en Europa y en el resto del mundo. En cambio, el Gobierno está utilizándolo para silenciar las críticas sobre los efectos reales de sus políticas culturales, sociales y económicas, a través de una supuesta integración de los valores liberales. La estrategia cultural del país, propuesta recientemente por el Ministerio de Cultura, incluye una lista de criterios que definen la cultura serbia como originada en el folclore, en los mitos nacionales y en el sacrificio de la nación, y que requiere ser defendida de la globalización. En casi todos los detalles del programa, la integración de valores liberales (tolerancia cultural, democracia,…) legitima una comprensión muy problemática de la cultura nacional serbia. Con este programa, la estrategia cultural fomenta la regresión y re-tradicionalización de la población, mientras que las políticas económicas del Gobierno apoyan la apertura del mercado a inversores globales, que buscan mano de obra barata y bajos impuestos. La idea de los clones está conectada a todas estas fuerzas y esta mezcla de valores liberales y patrióticos. Los clones están constantemente repitiendo y reproduciendo, cimentando el poder de los políticos y del partido gobernante.

Museo de Arte Contemporáneo de Belgrado. Fuente: Михајло Анђелковић via Wikimedia Commons

¿Puedes explicarnos cómo ha cambiado la escena artística en Serbia desde que formas parte de ella? ¿Qué ha cambiado desde que Vučić fuera elegido presidente en 2017?

En el 2000 la escena artística era muy diversa, con estructuras que planteaban preguntas sobre lo político y lo social. Hubo eventos interesantes como el Queer Belgrade Festival o stuff run de slobodnakultura.org, co-organizado por nosotros. Esto fue posible gracias a que entonces había muchas maneras de conseguir una pequeña financiación para actividades culturales, exposiciones, publicaciones, etc., tanto del Ministerio como de la ciudad o de un pequeño número de fondos especiales para cultura externos al país, o incluso de organizar cosas sin ningún apoyo financiero. Las pequeñas iniciativas trabajaban juntas para sacar las cosas adelante y era un momento bastante optimista.

Alrededor del 2010 comenzó la comercialización de la escena cultural. El Partido Demócrata empleó las industrias culturales para desencadenar la gentrificación en Belgrado a través de proyectos de diseño. Desde entonces, Serbia ha pasado a ser apta para solicitar fondos de la UE, y otros organismos de financiación se han retirado. Hoy en día, solo grandes organizaciones o instituciones son aptas para poder solicitar estos fondos. La gente de la escena del arte político se ha reorientado, comenzando, por ejemplo, a trabajar en medios de comunicación o en diseño o directamente abandonando el país, siempre en una situación muy precaria. Con el régimen de Vučić, los directores de las instituciones culturales han sido paulatinamente reemplazados por otros leales al régimen, la mayoría de los cuales no tienen relación alguna con la cultura. Con la anticipación de las elecciones presidenciales del pasado mes de abril, Vučić se afianzó en el poder para los próximos cuatro años, dejando a una tecnócrata como Ana Brnabic tomar su lugar como primera ministra.

Lo que ocurre en Serbia no es una situación excepcional; es parte de una tendencia política generalizada también en Europa y en los EE. UU.

Aleksandar Vučić (segundo desde la izquierda) junto al Primer Ministro ruso Dmitry Medvedev en 2015. Fuente: m.government.ru

¿Tienes la sensación de que Serbia es el único país en esta situación, o tus colegas en otros países balcánicos están sufriendo problemas similares?

Lo que ocurre en Serbia no es una situación excepcional. Lo que está pasando aquí es parte de una tendencia política generalizada también en Europa y en los EE. UU. Los políticos serbios admiran a Viktor Orbán y sus políticas, cómo se promociona a sí mismo y juega independientemente dentro de la Unión Europea, o cómo ha introducido limitaciones a los bancos extranjeros. Como ocurre en otros países de la CEE, la gente que tenía posiciones críticas está abandonando las instituciones o incluso ya ha dejado el país. Si se quedan, normalmente se pasan al sector privado, donde intentan sobrevivir bajo las condiciones del mercado. Nuestra impresión es que en Polonia hay una fuerte iglesia católica, cuyo nivel de organización no existe en la iglesia ortodoxa serbia, lo que hace la a situación en Polonia aún más complicada. Además, allí han aparecido partidos de izquierda, como Razem, en respuesta a este alzamiento de las políticas de derechas, mientras que en Serbia esto no ha pasado.

El gobierno de derechas serbio es extremadamente neoliberal y cada vez más autoritario, con un sólido apoyo de EE. UU., la UE y Rusia. ¡Incluso Erdogan, el presidente turco, apoya a Vučić! Las peores consecuencias de este régimen son sus medidas de austeridad y planes de privatización, que junto a un crecimiento progresivo de la tasa de paro y la desindustrialización, han hecho del país un problema irresoluble. Serbia ahora importa todo y tiene un déficit enorme. En este entorno tóxico, la izquierda necesita urgentemente unirse alrededor de Europa y posicionarse juntos en solidaridad. Solo una conectividad transnacional unida aumentará nuestras posibilidades de avanzar.

 

Con tus palabras, ¿puedes guiarme a través de lo ocurrido el día de tu arresto? ¿Es normal que la policia arreste a alguien por insultar al presidente?

El 20 de octubre nos organizamos frente al museo para hacer una performance en el nuevo acceso que conecta el centro comercial Usce y el museo. Invitábamos a los asistentes a la inauguración a llevar una máscara de papel con una imagen similar al presidente serbio Aleksandar Vučić, mientras que repartíamos folletos con la imagen de un bocadillo impresa en ellos. La manifestación duró unos diez minutos y fue recibida positivamente por la mayoría de la gente. Después de que la performance hubiera terminado, en la entrada del museo, la seguridad registró la bolsa de una de las visitantes, que aún contenía algunos objetos de la performance. Fue entregada a la policía para una identificación. Vladan acudió a la escena para explicar que él era uno de los organizadores de la performance, pero fue inmediatamente entregado a la policía. Los oficiales de policía confirmaron su identidad, cogieron los folletos de invitación al Salón de los Insobornables y los papeles impresos con bocadillos que llevaba consigo, y le dijeron que tenían que llevárselo a comisaría para un interrogatorio.

En Serbia, es común que se contrate a seguridad privada y a matones como fuerza de apoyo durante manifestaciones y eventos públicos que involucran a políticos de alto rango

Junto al artista detenido y la policía pasaban a toda prisa los comisarios y la élite cultural de Serbia para llegar al cóctel VIP en el restaurante Top of the Hub, donde se esperaba que aparecieran las superestrellas de la política y del espectáculo serbios. Entre ellos se encontraban los comisarios del Museo de Arte Contemporáneo, Zoran Erić y Dejan Sretenović, quienes explicaron a la policía que Vladan es un artista, que era una performance artística, y que deberían dejarle ir. A pesar de ello, la policía insistió y finalmente fue llevado a comisaría debido a la máscara y los panfletos. Una media hora después, Uroš Jovanović, un artista y performer independiente, fue arrestado cuando trataba de entrar al museo con una fotografía gigante del presidente enmarcada en un marco dorado con la frase «Vučić, el mejor artista» (Vučić, the best artist). Tanto la policía como la seguridad privada acusaron al artista de «insultar a un oficial del Estado». El fiscal del Estado decidió dejar a ambos en libertad tras varias horas de interrogatorio.

Hace unos meses, la imagen del presidente había sido de hecho motivo de discusión, pues el ministro de defensa Vulin y el ministro de educación Šarčević propusieron colocar su imagen en instituciones públicas y colegios. La propuesta fue bienvenida por la primera ministra Brnabić porque, según ella, el culto a los símbolos nacionales debía ser reforzado.

De acuerdo a los testimonios de varios de los asistentes, no era solo la imagen del presidente lo que parecía representar una amenaza para determinadas normas. Tres jóvenes artistas, Jelena Jaćimović, Sofija Modošanov y Tanja Todorović que se quedaron durante siete días en el museo, declararon en una entrevista de radio para Radioaparat.com que «las hojas de papel en blanco parecía ser la mayor amenaza para el museo». Las personas que querían visitarles fueron registradas en busca de dibujos y papel en sus bolsas, y se introdujo una restricción de las visitas de amigos y colegas sin que tuvieran conocimiento de ello. La seguridad privada les dijo que las «connotaciones políticas» no estaban permitidas dentro del espacio del museo. Un comisario de Dinamarca, Parl Kristian Bjørn Vester, informaba cómo la seguridad del museo arrancó un garabato de un libro que llevaba consigo para después tirarlo a la basura. En Serbia, es común que se contrate a seguridad privada y a matones como fuerza de apoyo durante manifestaciones y eventos públicos que involucran a políticos de alto rango. Ha habido numerosos casos de ataques a periodistas de medios críticos por personas de seguridad contratadas durante este tipo de eventos.

¿Cuál fue la respuesta más común en respuesta a tu detención desde la comunidad artística?

La respuesta más importante llegó desde la Asociación para una Escena Cultural Independiente en Serbia (NKSS), quien condenó fuertemente el arresto diciendo: «debido al hecho de que estas fueron acciones artísticas anunciadas, que no fueron violentas y que no pusieron en riesgo a nadie, es obvio que esto se trata de un caso típico de censura, y que ha tenido lugar frente a una institución artística que debería ser el pilar de la libertad de expresión y el respeto por el arte contemporáneo, lo que implica una actitud crítica frente a aspectos y fenómenos sociales diferentes». Y «si la seguridad privada y la policía quieren expresar su juicio crítico o tomar el rol del comisario, deberían anunciarlo y explicar cómo incluyen el arresto de un artista en su práctica curatorial». La NKSS también acusó al MSUB de apoyar este tipo de operaciones policiales con su silencio. Al mismo tiempo, el NKSS pidió tanto al público general como al profesional que condenara las restricciones de libertad de expresión y apoyara a los artistas.

 

Has hablado mucho de autocensura, ¿de dónde crees que viene, y por qué es esta tan fuerte?

Nosotros creemos que los Insobornables serán pronto estigmatizados por los medios no independientes, y por lo tanto su posición en la sociedad será debilitada intencionadamente. La forma en que las actuales autoridades controlan todas las formas de información y comunicación crea un clima de miedo, apatía y autocensura. La mayoría de la población está muy asustada por perder sus trabajos, su posición social o, en última instancia, sus medios de vida. Estos miedos son utilizados por los Gobiernos para suprimir el disenso y forzar votos en su favor. Esto explica los sesgados resultados que apoyan al partido gobernante. Cimientan y consolidan su posición mediante la deconstrucción de los procesos democráticos, convirtiéndose poco a poco en una autocracia totalitaria, con Alexander Vučić a la cabeza. Utilizan los medios de comunicación para defender sus acciones como democráticas, liberales y en consonancia con las leyes constitucionales. La Unión Europea permite que esto ocurra a cambio de beneficios industriales, económicos y militares. En este proceso, el Gobierno serbio compra inmunidad internacional. Claramente han sido mantenidos en el poder debido a intereses y apoyos internacionales. El efecto dentro de Serbia es perjudicial. Un pequeño grupo de gente vinculada al gobierno se está enriqueciendo más allá de lo imaginable, mientras que las voces críticas permanecen ausentes debido a la autocensura. En el sector cultural, las subvenciones han caído durante la última década, y el miedo a perder los últimos recursos que quedan crea apatía y silencio. De nuevo, esto es publicado y promovido como una supuesta aprobación, completando el círculo vicioso de la autocensura.

Este artículo fue publicado previamente en inglés en Political Critique. La Grieta es uno de los colaboradores de esta revista que reúne a medios de toda Europa en su labor de analizar los fenómenos y tendencias que definen la política, la sociedad y la cultura actual.

Traducción de Viginia Lázaro Villa.