Con todos ustedes, en la pista central, ¡las instituciones malabaristas de la UE! No, no nos hemos equivocado de columna, vamos a hablar de Europa y no de circo, o tal vez sí. Si me permiten el símil con las instituciones europeas y, en particular, sus tres cabezas más visibles (Juncker, Presidente de la Comisión; Tusk, Presidente del Consejo Europeo y Mogherini Alta Representante de la Unión Europea) conforman una peculiar agrupación cuya gestión puede asemejarse a la de un trío de malabaristas circenses acompañados de un maestro de ceremonias, el Parlamento Europeo (y su Presidente, Martin Schultz).
Imagine el lector un malabarista, con sus malabares ardiendo ¿Cuántos pueden manejar al mismo tiempo y ¿Cómo? Cinco… ¿Tal vez diez? Ahora bien, cuando se le une otro malabarista, el número de los que pueden mantener en el aire aumentará a..¿quince, veinte? ¿Y si son tres los malabaristas?
Pues aún más. Volvamos ahora al ámbito europeo y pongámonos en dos escenarios diametralmente opuestos: los tres malabaristas se compenetran a la perfección y realizan un número espectacular con docenas de malabares en el aire o se pelean y todo acaba por los suelos. Si empezamos por la parte de antecedentes, la experiencia previa del trío Barroso – Von Rompuy – Ashton no puede calificarse de un gran ejemplo. El perfil bajo adoptado por ellos y, a su vez, buscado por los Estados miembros (sin olvidar el protagonismo de la canciller alemana que ayudó a eclipsarlos) no puede decirse que diera pie a grandes desavenencias o luchas de poder, pero tampoco a realizar grandes hazañas. Dicho de forma más mundana: dejaron gran parte de las gradas del circo por barrer.
Tengamos también en cuenta las reglas de juego: Tratado de Lisboa para los amigos o Tratado de la Unión Europea y Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea para el resto. En cualquier caso, con mucha trampa, en ellos se deja constancia de las capacidades de cada uno, pero sin entrar en una definición clara. Antes de seguir me van a disculpar: si cito aquí los tratados, al menos de palabra, pueden confiar en mí o leer el pie de página para ver los artículos referidos, pues tengo el firme (des)propósito de usar lo menos posible el vocabulario técnico de la UE, salvo cuando quiera que se echen la siesta.
Pues bien, agárrense que vamos a liarla parda. Según nuestro amigo el Tratado de Lisboa, en políticas tan notorias como la Exterior, encontramos que «el Presidente del Consejo Europeo asumirá la representación exterior, sin perjuicio de la alta representante», quien está «al frente de la Política Exterior y de Seguridad común de la Unión» y «[…] presidirá el Consejo de Asuntos Exteriores» y «será uno de los Vicepresidentes de la Comisión» —más que alto o alta, habría que calificarla de bipolar con dos cargos en dos instituciones)— y la Comisión «con excepción de la Política Exterior y de Seguridad común […] asumirá la Representación Exterior de la Unión». Pero hay más como guinda al pastel «la Unión dirigirá la Política Exterior y de Seguridad común…» [1]. Conclusión: ¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? Cualquiera que lo lea con un mínimo espíritu crítico puede pensar que lo dicho es la perfecta excusa para no hacer nada, si es que se ha enterado de algo, o finamente comenzar un eterno debate sobre quién hace qué y tirarse los malabares a la cabeza.
Ahora bien, ¿y si lo miramos desde el otro lado? Pongámonos ahora en la tesitura que los tres se entienden a la perfección y sus aspiraciones políticas (y por qué no, egos) no chocan, sino que se complementan. La falta de definiciones milimétricas les dota de la agilidad necesaria para alcanzar un acuerdo entre ellos, si ellos quieren. Tusk y Mogherini en los vértices más cercanos al público, Juncker un poco más atrás (a diferencia del anterior presidente Barroso no busca ocupar la primera línea del photocall, no lo dice un servidor, lo dice él). Los perfiles de nuestro tres artistas circenses se complementan bastante bien, conjugan experiencia con energía y trasfondos políticos muy distintos que les permiten abarcar distintos escenarios. Por ejemplo Tusk debe entenderse con el oso del circo (Rusia), Mogherini lidiar con el cañón explosivo (Oriente Medio) y Juncker controlar la taquilla (ronda negociadora de la OMC o presupuestos de la UE).
Y todo esto, mientras (Súper) Mario Draghi, doma a las fieras, es decir, calma los mercados desde el BCE y Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, en su calidad de maestro de ceremonias promociona a nuestros malabaristas o les pone alguna zancadilla, pues no olvidemos que si hay un euro del presupuesto de la Unión implicado, el Parlamento habrá de pronunciarse y también este quiere su ración de atención bajo los focos, pues a fin de cuentas, es el representante directo del público (los ciudadanos) en la pista.
En conclusión; ¡PASEN Y VEAN! Los próximos cinco años pueden dar pie a un espectáculo memorable, donde entre trapecistas, malabares, fieras y payasos, veamos surgir una Unión Europea digna del espectáculo más grande del mundo. Mientras tanto, seguiremos describiéndoles la función desde estas líneas.
[1] ^Art. 25 del TUE
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