Hace poco inicié un viaje en el que invitaba a subir en un navío repleto de músicos y sonidos a todo aquel que quisiese unirse a mí. Esta es la continuación de aquel viaje; si no conseguiste tu pasaje para empezar el viaje no te preocupes, ¡es un viaje infinito!

Y retomando el timón que Ahab dejó descuidado…

1966. El encuentro de las 12 cuerdas

Años después se abre la vereda de la fusión entre lo clásico y lo contemporáneo. Ya lo intentaron Miles Davis con su trompeta y Gil Evans con su piano (Gil, no Bill), pero nunca hubo mezcla de estilos entre precursores que vinieran directamente de esos dos estilos de música.

Para ponernos en situación, diremos que es 1966 y se reúnen en el estudio una guitarra flamenca y otra eléctrica. Hablo de Rock Encounter, disco grabado por el Maestro Sabicas y Joe Beck.

Sabicas y Paco Peña en Córdoba, España. Licencia CC Wikicommons

Sabicas y Paco Peña en Córdoba, España. Licencia CC Wikicommons

Sabicas, navarro de nacimiento e hijo de gitanos, aprendió a tocar la guitarra por sí mismo y acabó convirtiéndose en un embajador de la guitarra flamenca por el mundo, siendo considerado maestro por Paco de Lucía por su pureza y su precisión a la guitarra. Al navarro le vino el gusto por la música de la mano de su tío don Ramón de Montoya Salazar, también considerado uno de los mejores guitarristas flamencos del mundo.

En ‘Rock Encounter’, Sabicas aporta el equilibrio y el temple que se deja intuir entre los silencios y los ataques al traste

Por otro lado tenemos a Joe Beck, originario de Pensilvania, que colaboró con muchos de los grandes como James Brown, Miles Davis o Frank Sinatra. Su estilo era más cercano al jazz o a la música popular, pero en este disco no se priva de intentar un sonido más robusto.

El disco es una mezcla de flamenco y rock original que, además, casa muy bien. La utilización de teclados y los solos de guitarra de Joe le dan un aspecto y una figura más grande que si solo se tratase de las cuerdas de Sabicas las cuales, aún sonando deliciosamente bien, se ven notablemente mejor acompañadas con las baterías fulgurantes y los punteos eléctricos. En “Rock Encounter”, Sabicas aporta el equilibrio y el temple que se deja intuir entre los silencios y los ataques al traste; son cortes tan revolucionarios que hasta se arrancan por bulerías entre púas y pedales.

Años después Sabicas rechazaría por completo el trabajo que hizo junto a Joe en el estudio por considerarlo una aberración y una estrategia comercial.

¡¡Ah!! los puristas… Qué consideración tan férrea hacen de la creación del arte; algo relevante que se ha hecho en un momento determinado de la historia humana siempre es susceptible de criticar, analizar y romper en pedazos. El mismo Sabicas criticó duramente a Paco de Lucía cuando este empezó a mezclar el sonido flamenco con otras músicas del mundo. ¿Acaso pierde fuelle la identidad del artista al volcar su creación hacia vertientes desconocidas? ¿Somos esclavos de nuestro pasado? ¿De la historia? ¡Esperemos que no!

1971. La sonrisa torcida del ritmo

Y viajamos a lo más profundo de Nigeria en un Land Rover conducido por un esmirriado pelirrojo de mirada perdida y sonrisa torcida. Es 1971 y estamos en el epicentro del nacimiento de un nuevo estilo de música denominado afrobeat, inventado y desarrollado por Fela Ransome Kuti. Conocido como el black president, Kuti fue un activista de los derechos humanos que utilizó la música no solo como vía artística, sino como manera de comunicar una idea y un mensaje dirigido a todo el pueblo africano.

Ginger Baker en un concierto en Serbia en 1980. Licencia CC Zoran Veselinovic

Ginger Baker en un concierto en Serbia en 1980. Licencia CC Zoran Veselinovic

El conductor del Land Rover es Ginger Baker, considerado uno de los mejores baterías de la historia de la música. Baker había tocado junto a Eric Clapton y Jack Bruce en uno de los mejores tríos de la historia del rock’n’roll, Cream. La banda, creada en 1966, se disolvió dos años después por los conflictos internos entre Ginger y Jack.

La figura de Ginger es la historia de un hombre que vivió siempre tan cerca del límite que nunca se acostumbró a la vida real tal y como la conocemos. Podría estar escribiendo horas sobre el bueno de Ginger, pero para ahorrármelo os recomiendo que le echéis un vistazo a la película Beware Mr. Baker, donde se documenta la vida tanto artística como personal de este increíble músico y precursor del ritmo dentro del rock‘n’roll.

«God is punishing me for my past wickedness by keeping me alive and in as much pain as he can. I wasn’t planning on living this long!»

«Dios me está castigando por mi pasada maldad manteniéndome vivo y haciéndome sufrir todo lo que puede. ¡Yo no planeaba vivir tanto tiempo!»

Ginger Baker

Después de la disolución de Cream, Ginger siguió dándole al bombo y al platillo junto a Eric Clapton con otra formación musical, Blind Faith, con la que solo publicaron un álbum de estudio. Después de la fallida agrupación, volvió a crear otro grupo rodeado de grandes músicos (y grandes drogadictos también), quienes tomaron el nombre de Ginger Baker’s Air Force como homenaje a una parte de la orquesta de Duke Ellington (seguramente el mejor director de orquesta y arreglista de jazz del mundo), quien utilizaba un autobús con ese nombre para transportar la droga.

Golpeado y loco por los fracasos en los grupos que tocaba (es lo que tiene ser una persona destructiva), Ginger se movió tanto por el mundo que un día cogió su Land Rover y condujo desde Londres hasta Nigeria para, literalmente, descubrir el ritmo. Así lo hizo, y allí conoció a Fela Kuti, con el que grabó un disco llamado Live!

Lo que hace que este disco sea especial es la unión de dos genios musicales tan dispares pero a la vez tan cercanos. Por un lado, Fela creó el afrobeat mezclando la música africana con jazz y funk; por otro, Ginger era un batería de jazz que tocó en una de las bandas más influyentes del rock‘n’roll. Siempre fácilmente comparable con Keith Moon (The Who) y John Bonham (Led Zeppelin), cabe destacar que en una entrevista a Eric Clapton (en la película Beware Mr. Baker), este disipa toda duda de quién era mejor batería, diciendo algo así como: «Moonie y Bonham eran buenos baterías de rock, tenían fuerza y aportaban un sonido gigante a sus bandas, pero no son comparables con Ginger. Ginger es un batería de jazz y todo el mundo sabe que los baterías de jazz están por encima de otros baterías».

Después de grabar el disco, Ginger Baker huía de Nigeria de la misma manera que había entrado, en su Land Rover, aunque esta vez con 4 balas de AK-47 en el maletero, disparadas por las guerrillas nigerianas mientras quemaban hasta los cimientos el estudio de grabación que había creado.

Después de su colaboración con Fela Kuti y su grupo Africa 70, Ginger acabó tocando con Max Roach y Elvin Jones, alcanzo así el ápex de todo músico: tocar con los mejores. Ahora mismo está en Sudáfrica, con decenas de caballos, una novia (otra más) y una batería que mira al horizonte.

1975. Comandante Revolución y Poesía

Saltamos el charco y nos cruzamos hacía aquel sitio al que iría Víctor Jara a recoger caña de azúcar y beber ron sin Coca-Cola: Cuba!

La pareja de músicos que nos han traído hasta aquí son nada más y nada menos que Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, precursores de la nueva trova cubana, una mezcla de canción de protesta, revolución, poesía y amor.

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Portada del disco “En Vivo en Argentina” de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, 1984.

Se conocieron gracias a Omara Portuondo (actual voz femenina de Buena Vista Social Club) en el año 1967, en un programa de la televisión cubana donde, por aquel entonces, les dejaban cantar sus nuevas creaciones, entre las que destacan: “Y nada más” de Silvio Rodríguez, que más tarde aparecería en su álbum Mujeres (1978); y por parte de Pablo “Yo vi la sangre de un niño brotar”. Con respecto a esta última canción hay una anécdota que cuenta Silvio: «Recuerdo que hasta dormía con el instrumento al lado, como si fuera un arma, y que, de madrugada, me lo subía al pecho y rompía a cantar como un loco. Por eso una mujer casi me bota de su lado, poco después que conocí a Pablo, porque a cualquier hora la despertaba con “Yo vi la sangre de un niño brotar”».

Tras el concierto de Argentina en 1984, se convirtieron estos dos aguaceros incansables en la punta de lanza de la música revolucionaria

Fue un año después, el 18 de febrero de 1968, cuando se acuñó oficialmente el nombre de “Movimiento de la nueva trova” por un concierto que dieron Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y Noel Nicola en la Casa de las Américas en La Habana. Aunque las colaboraciones entre Pablo y Silvio se tornan incontables desde el día en el que se conocieron y empezaron a intercambiar notas y versos, no fue hasta 1975 cuando sacaron un álbum homónimo recopilatorio, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. En el mismo aparecerían canciones que más tarde introducirían en otros de sus discos, como “Santiago de Chile” (Silvio) censurada en España por el régimen dictatorial.

Tendrían que pasar unos 7 años para llegar a 1982 y que ambos diesen un concierto en vivo en Sudamérica. Fue en Venezuela y era septiembre, en la Universidad de Caracas. Acudieron miles de personas. Y pasaron otros dos años más para llegar a 1984 y escucharles por primera vez en un directo en Argentina, donde grabaron su primer álbum juntos. Así se convirtieron estos dos aguaceros incansables en la punta de lanza de la música revolucionaria, retomando la lucha del fallecido Víctor Jara, asesinado por el régimen de Pinochet, o la poética existencia de Violeta Parra, que se suicidó años después de escribir “Gracias a la vida”.

2003. Se me olvidó que te olvidé

Es el año 2003, desde Quivicán (Cuba) y desde Madrid (España) se unieron dos artistas tan diferentes como complementarios para grabar un disco juntos.

Bebo fue un pionero a la hora de difundir la palabra (o los sonidos) del afro-cuban jazz y ser uno de los mayores exponentes a nivel internacional de la música cubana al piano

Bebo Valdés, pianista, compositor, productor y director de orquesta, se junta con Diego “El Cigala”, cantante flamenco, para crear lo que es, en mi humilde opinión, uno de los mejores álbumes fusión que se han hecho de música en el mundo, Lágrimas negras.

Bebo fue un pionero a la hora de difundir la palabra (o los sonidos) del afro-cuban jazz y ser uno de los mayores exponentes a nivel internacional de la música cubana al piano. El Cigala, cantaor madrileño nacido en el barrio del Rastro, utiliza su voz rasgada y moribunda para pintar de negro las lágrimas que Bebo derramaba con sus delicadas y frágiles notas.

5.-Diego-el-Cigala-en-la-29ª-edición-del-Festival-Internacional-de-Música-Popular-i-tradicional.-Licencia-CC-Ayto.-Vilanova-i-la-Geltrú

Diego el Cigala en la 29ª edición del Festival Internacional de Música Popular i tradicional. Licencia CC Ayto. Vilanova i la Geltrú.

A la hora de grabar un álbum, un grupo de música tiene que alquilar un estudio de grabación, normalmente pueden durar semanas (mínimo unas 3) para encontrar el sonido más limpio y puro haciendo uso de Pro Tools, con el cual un grupo graba, edita y mezcla multicopistas de audio.

Javier Limón, productor junto a Fernando Trueba de esta increíble obra monumental para la historia musical, cuenta una anécdota que define perfectamente el genio de Bebo. Limón le preguntó al pianista cubano: «Oiga maestro, tengo que alquilar el estudio, ¿cuánto tiempo lo reservo?». A lo que el genio contestó con su caramelizado acento cubano: «dos días, por si acaso». Esta frase define perfectamente a Bebo, su música, su alma, su capacidad de síntesis artística, la naturalidad con la que no solo toca, sino que vive la música.

 


El ser humano ha de reivindicar la creación, la mezcla y la ruptura con los moldes de las cosas, buscar la innovación es pos de la evolución, o la renovación en pos de la revolución. En definitiva, es necesario unir mentes dispares para alcanzar sensaciones hasta ahora nunca alcanzadas. Rompe los moldes, no dejes que la mente humana, inteligente y bárbara a la vez, arruine la sorpresa.

Y mientras, recuerdo a Edgar Allan Poe, que decía…

«En la música es acaso donde el alma se acerca más al gran fin por el que lucha cuando se siente inspirada por el sentimiento poético: la creación de la belleza sobrenatural».