Moisés Naím, de ascendencia libia, creció en Venezuela. Allí, ejercería como ministro de Industria y Comercio y director del Banco Central de Venezuela. Para muchos, es un analista internacional y un referente intelectual. Para sus amigos, conocido como Musa, es un gran narrador de historias o cuentacuentos que acostumbra a desafiar convencionalismos y a piruetear entre la economía, la política, la sociología, el cine o la música. Según cuentan, las comidas junto a él suelen transformarse en cenas y el agua, en vino.

A estas alturas, Washington D.C. ha pasado a ser su casa, aunque no por ello olvida a su gente. Razón no le falta puesto que Venezuela sufre hoy la mayor escasez de alimentos y medicamentos en su historia. A esta situación, le acompañan unos niveles de pobreza del 55 % (o más de 15 millones de personas), unos niveles de inflación alrededor del 700 % y un decrecimiento económico del 8 %.

Por ello, además de analista internacional y escritor, es el director de Efecto Naím, un programa de televisión sobre asuntos internacionales. En la sección «Genialidades Memorables» analizan sin pelos en la lengua las actuaciones gubernamentales, ideas o reformas más llamativas. Entre los muchos episodios, Maduro y su gabinete se suelen llevar la palma.

Hay pocos intelectuales que tengan el coraje de utilizar un medio de comunicación de masas como la televisión para exponer sus ideas. ¿Por qué ha elegido esta vía?

Durante 14 años dirigí Foreign Policy (FP), una revista sobre asuntos internacionales, política y economía. Mi propósito era tomar ideas que no eran fácilmente asequibleso por las cuales la gente no sentía el mayor interés y presentarlas de una manera amable e interesante para quienes no se consideran especialistas en temas más técnicos. Para ello, nos alejamos de los frecuentes acrónimos, aburridos debates o disquisiciones académicas. Este enfoque tuvo mucho éxito y, hoy en día, Foreign Policy es una revista que ha ganado varios premios prestigiosos y con una gran difusión.  

Poco después de dejar mi puesto como director, la cadena de televisión NTN24 me pidió que hiciera un programa de entrevistas. Mi propuesta fue que, en lugar de solo enfocarme en hacer entrevistas, construyeramos un magacín.

La gente no quiere leer acrónimos, disquisiciones académicas o escuchar debates aburridos

Fue así como nació Efecto Naím, un programa de televisión con secciones basadas en mis columnas o en tendencias sorprendentes del mundo actual; otras secciones explican temas cruciales de la actualidad de una manera asequible y también, de vez en cuando, tiene entrevistas. En conjunto, tiene el mismo propósito que el que tenía en FP: hacer llegar ideas complejas a un público más amplio.  

Parece que eso de ampliar público se le da bien… El pasado 2 de enero, Mark Zuckerberg presentó un club de lectura (A Year of Books) y escogió su libro de El Fin del Poder para la gran apertura. Tres horas después del anuncio, se agotaron todos los ejemplares disponibles en Amazon y Barnes&Noble. ¿Significa esto que los intelectuales latinoamericanos hablan de temas que interesan en las redes sociales?

No, significa que Mark tiene una capacidad de convocatoria enorme y que Facebook, con sus 1.650 millones de usuarios mensuales logra que le presten atención.

Lo cierto es que mi libro se estaba vendiendo muy bien antes de Zuckerberg; sin embargo, su recomendación hizo que apareciera enfrente de una audiencia que normalmente no lee el tipo de libros que yo escribo.

Con o sin el apoyo de Mark, para muchos usted es un referente intelectual que sirve como pivote entre la cultura latinoamericana y la anglosajona. ¿Hay más como usted o es una especie en peligro de extinción?

No creo que sea una especie en peligro de extinción, de hecho creo que está creciendo. Aunque pocos, cada vez son más los que son  capaces de conversar y explorar ideas desde una perspectiva anglosajona y escribir, formular ideas, debatir y estar presentes en debates que no son estrictamente hispanoamericanos. Y esto es algo que tiene que comenzar a ocurrir con más frecuencia.

Mientras no haya una gobernabilidad sólida no se conseguirá una economía estable en España

En El Fin del Poder dice que «el poder se ha hecho más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder». ¿Se puede aplicar esta sentencia a  la situación que está viviendo hoy en día Venezuela?

No solo en Venezuela sino también dentro del Leicester City Football Club, que sin ningún pronóstico a su favor, se proclamó campeón de la Premier League por primera vez desde que se creó hace 132 años.

En el libro esto lo denomino los micropoderes.  Es decir, nuevos jugadores como por ejemplo fue Mark Zuckerberg en su momento, el partido Podemos o Donald Trump que aparecen y adquieren súbitamente un inusitado poder y sorprenden a todo el mundo.

Hablando de sorpresas. Como latinoamericano, ¿cómo ve las tentaciones populistas que empiezan a crecer en España o Europa?

Yo veo a España con gran preocupación. A pesar de los pequeños brotes de crecimiento que empiezan a aparecer, está claro que, mientras no haya una gobernabilidad sólida, no se conseguirá una economía estable. El hecho de que no hubiese Gobierno o, peor aún, de que no hubiera forma de hacer Gobierno, y creer además que otra ronda de elecciones puede generar las condiciones para que se forme un Gobierno no parece obvio. El futuro de España, al igual que el de otros países latinoamericanos como Brasil, dependerá de cómo y cuándo se desbloquee la política.

Desbloquear la política… se dice pronto. Porque en su día, los partidos políticos eran el hogar natural de los idealistas. Aquellos que querían cambiar su pueblo, ciudad o país encontraban en ellos un canal para tener un impacto social. Hoy en día, a los partidos políticos se les conoce como lentos, burocráticos, corruptos e ineficaces.

Y gordos. [risas]

Eso también. Pero, ¿cuál cree que es el nuevo hogar de los idealistas?

Yo creo que hasta ahora ha sido las organizaciones no gubernamentales (ONG). Los jóvenes con ganas de cambiar el mundo, la gente que tiene energía para ayudar a los demás, los altruistas, los idealistas, los comprometidos con el cambio social, han tendido hacia las ONG.

Si bien eso es bienvenido, no es suficiente. No puede haber democracia sin partidos políticos. Sin embargo, los partidos políticos son repudiados universalmente, y aunque no es tarea fácil, hay que resolver este problema de repudio y potenciar a los partidos políticos, regenerarlos, innovarlos… o destruirlos y crear unos nuevos.

En definitiva, hace falta tener una estructura como la de los partidos políticos para poder mantener la democracia. No hay tal cosa como una democracia de movimientos o una democracia basada en ONG.

Foto: Paleofuture

Foto: Paleofuture

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cambiando de tema… Hoy en día cuesta abrir una revista económica y evitar referencias a la automatización y a la inteligencia artificial. ¿Cómo cree que impactará el desarrollo tecnológico a la economía mundial en las décadas venideras?

Desigualmente. Hay muchos países y sectores de actividad económica a los cuales ya les está impactando y hay otros que sufrirán las consecuencias en los años venideros. Esta asimetría crea dislocaciones y costes de transición que pueden ser muy dolorosos para mucha gente.

La experiencia histórica indica que estas revoluciones tecnológicas que afectan al empleo y los salarios terminan estabilizándose y creando nuevas industrias donde se recuperan los puestos de trabajo perdidos por la automatización y los salarios vuelven a su nivel inicial.

Actualmente existe un debate entre economistas sobre si esta revolución es diferente.  Es decir, hay quienes sostienen que esta nueva ola de innovación tecnológica combinada con la globalización, la ralentización de China y la fragilidad del sistema financiero generará una situación de estancamiento crónico, donde los salarios no subirán y la capacidad de generar empleo tampoco se dinamizará. Esperemos que no sea cierto porque, de lo contrario, estaremos ante un cambio social drástico.

Eso si los cambios sociales no han llegado ya para quedarse… porque en el mundo de hoy somos más de 7.000 millones de personas, más jóvenes, más urbanos; tenemos mejor alimentación; existen más religiones, partidos políticos; hay nuevas armas y tecnologías, y además somos mucho más nómadas. ¿Cómo de sostenible cree que son estas nuevas estructuras sociales?    

Las estamos encontrando y explorando. En algunos casos, estas nuevas estructuras son más o menos obvias y, en otros, no sabemos qué es lo que se nos viene encima.

Lo que sí está apareciendo como una tendencia pronunciada es que los gobiernos y la política se están descentralizando y trasladando cada vez más hacia las ciudades. Desde ahí, los gobiernos locales tienen la habilidad de estar más cerca de los ciudadanos y el potencial de dedicar más esfuerzos hacia temas como la innovación, por ejemplo.  Aunque una política nacional e internacional de innovación es crucial, creo que el acercamiento político puede ser un primer paso hacia la sostenibilidad.

Para ser bueno manejando la versatilidad, hay que cultivar la especialización

¿Un mensaje para los de mi quinta?

Dos mensajes:

Uno: cultiven la versatilidad, porque lo más probable es que la mayoría de quienes nos leen vayan a trabajar en más de un país, en más de una industria y en más de una actividad. Es importantísimo que se preparen mentalmente y académicamente para ser versátiles, adaptables, veloces, experimentadores, etc.

Y el otro mensaje, que puede ser visto como contradictorio, es que, para ser muy bueno manejando la versatilidad, hay que cultivar la especialización. Yo he encontrado que las personas más versátiles y eficaces son las que tienen una formación sólida en una disciplina seria.

¿A qué llama seria?

Que sea difícil de aprender, que no esté basada en el periodismo glorificado, que no sea tan fácil de aprender a solas… como por ejemplo la física, las matemáticas, la ingeniería, la economía, el derecho…

¿La música?

La música por supuesto, el ajedrez… pero llevado a los más altos niveles. Yo creo que esas disciplinas generan esquemas robustos y rigurosos y un marco mental que te facilita entender un problema desde cualquier ámbito.

Versatilidad y especialización… una contradicción en sí misma

Es que la vida es contradictoria.