Gonzalo García Andrés (Madrid, 1973) es economista y forma parte del Cuerpo Superior de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado. Lleva más de tres lustros trabajando en la Administración española. Tras el estallido de la crisis financiera, fue responsable de la gestión de la deuda pública y, posteriormente, director general de Financiación Internacional. En la actualidad, es consejero en la Embajada de España en Washington D.C.
Este jueves, 14 de julio, presentará Por un cambio en la economía en el Círculo de Bellas Artes en Madrid (información sobre el evento aquí). Junto a Gonzalo, estarán Guillermo de la Dehesa, David Vegara y José Manuel Campa, tres economistas de primera fila. Nos sentamos con Gonzalo y le preguntamos sobre su libro.
¿De dónde o por qué surge el libro?
Desde que empecé a trabajar en la Administración, siempre pensé que una parte de mi tarea era estar al día de los debates teóricos que después condicionaban las políticas económicas y financieras. Viví muy de cerca la fase previa a la crisis y el desgarro que supuso esta para la visión ortodoxa. Cuando llegué a Washington pensé que era el momento de escribir para pedir, de manera razonada, un cambio en la manera de ver la economía.
Su libro empieza con un viaje al siglo XVIII y una clase de historia económica junto a los más grandes: Adam Smith, David Ricardo, pero también Marx, los economistas neoclásicos o Keynes. ¿Cree que es importante que los economistas de hoy se acuerden de los clásicos —y no tan clásicos— de ayer?
La primera dosis de humildad que necesitamos los economistas es diacrónica. A veces nos afanamos por leer el último artículo u opinión del colega de moda, sin habernos molestado en captar lo que las mentes más lúcidas de la profesión han producido durante 200 años. Se trata de forjar una cultura económica amplia y diversa. No solo entender a los clásicos, sino a aquellos que reaccionaron contra sus doctrinas, para identificar las grandes cuestiones: la estabilidad del sistema, la distribución, el capital y la coordinación temporal de la actividad económica…
Para avanzar hay que soltar lastre
Sugiere un cambio en la economía y un «paradigma alternativo» que sea capaz de explicar el funcionamiento del sistema económico y financiero actual y argumenta que no bastará con refinamientos o reformas. ¿Significa esto un borrón y cuenta nueva?
No se trata de borrar, sino de mirar de otra forma la economía, asumiendo desde el principio los rasgos básicos de la realidad en la que los agentes toman sus decisiones e interaccionan. Mi opinión es que para avanzar hay que soltar lastre; en particular habría que desembarazarse de la hipótesis de las expectativas racionales, de la hipótesis de eficiencia de los mercados financieros y también de la perniciosa obsesión por el riesgo moral. Pero solo con la crítica no se llega a ningún sitio; se necesita construir una alternativa.
A los economistas les pide humildad. ¿También le pide peras al olmo?
Por pedir que no quede, ahora que estamos un poco avergonzados por tanta miopía. La soberbia está muy repartida, pero hay que reconocer que los economistas la han destilado en cantidades excesivas en las últimas tres décadas. Reconocer lo limitado de nuestro conocimiento es un requisito para recuperar la credibilidad frente al resto de la sociedad y poder volver a hacer una contribución positiva al horizonte vital de los ciudadanos de a pie.
En las últimas tres décadas, los economistas han destilado soberbia en cantidades excesivas
Presenta cinco brechas (la incertidumbre, las limitaciones de la racionalidad humana, el vacío institucional, la brecha distributiva y la inestabilidad financiera) y las hace responsables de crear una gran falla en la forma convencional de entender la economía. ¿Son todas igualmente responsables?
Si les otorgara ahora ponderaciones exactas, me estaría contradiciendo de manera flagrante. Lo interesante es que están relacionadas y que, todas juntas, hacen que el edificio de la ortodoxia amenace con la ruina. La tendencia inherente a la inestabilidad financiera es el resultado de la combinación en el agregado de las otras cuatro grietas. Además, la combinación de la inestabilidad con la desigualdad creciente dentro de los países es un cóctel explosivo, cuyas consecuencias políticas estamos empezando a apreciar.
En su capítulo «Del Homo Economicus al Homo Sapiens» enfatiza la importancia que tiene la psicología cognitiva y la economía del comportamiento a la hora de explicar la forma en la que los humanos tomamos decisiones. ¿Por qué cree que los modelos ortodoxos han dado la espalda a estas ramas sociales?
La otra cura de humildad es la apertura al resto de ciencias sociales, que en algunos aspectos están mucho más avanzadas que la economía. La línea de investigación que iniciaron los psicólogos Kahneman y Tversky es, a mi juicio, el avance más útil que se ha registrado en la economía en los últimos cuarenta años, junto con la información asimétrica.
La línea de investigación que iniciaron los psicólogos Kahneman y Tversky es el avance más útil que se ha registrado en la economía en los últimos cuarenta años
¿Cuáles son los ingredientes para que tome lugar este cambio en el paradigma? ¿Existen o hay que crearlos?
El cambio ya se ha iniciado, hay muchos síntomas alentadores. Muchos economistas son conscientes de la necesidad de reaccionar. Pero el paradigma dominante es muy atractivo y está muy arraigado en las universidades, los organismos internacionales, los bancos centrales… Hay que empujar para que el paradigma alternativo llegue a todos estos centros. Como dice el manifiesto de los estudiantes de economía (cito de memoria) hay que abrir las ventanas para que entre el pluralismo de teorías y de métodos.
¿Qué podemos esperar del evento de este jueves?
Me acompañarán tres pesos pesados con mucha experiencia tanto en la política económica como en el sector financiero privado. Espero que critiquen el libro y que iniciemos una conversación que luego tenga continuidad en los círculos económicos españoles. Me gustaría que España participara activamente en el cambio que se está gestando.