Un solar abandonado, una plaza que hace tiempo quedó desconfigurada por los añadidos de nuevas construcciones, fragmentos de muros que asoman desnudos por la diferencia de altura entre edificios… Estos son solo algunos de los elementos clave del actual proceso de regeneración de nuestros barrios.
La creatividad a través de la cooperación entre vecinos está resolviendo con éxito la desarticulación y el abandono en los que se han mantenido algunos de estos espacios durante décadas. ¿Cómo? A través de iniciativas de asociaciones vecinales, movimientos de participación ciudadana y colectivos artísticos que actúan a través de proyectos de intervención en espacios urbanos en desuso o infrautilizados. ¿Y cuáles son sus objetivos? Mejorar el paisaje urbano, crear nuevos lugares para satisfacer las necesidades específicas del vecindario, reforzar la cohesión y/o identidad de un barrio o ciudad, o regenerar una zona socioeconómicamente deteriorada. Estos proyectos nacen asimismo desde la lógica del ahorro y con una conciencia ecológica: así, se utilizan materiales en stock o se reinventan formas por medio del reciclaje.
Quizá, todas estas iniciativas que se están desarrollando en multitud de ciudades (como Madrid o Berlín) son parte y proceso de un regreso a lo local, una concepción que pasa también por estimular el consumo en establecimientos y tiendas del propio barrio o ciudad, así como por hacer más habitables los centros urbanos abriendo nuevos espacios, poniendo cuotas al tráfico y continuando con el nacimiento y desarrollo de huertos urbanos, aprovechando su gran auge.
El proyecto ‘Autobarrios’ está dedicado a formar a los jóvenes de la zona en la animación y activación del espacio recuperado
Un buen ejemplo de intervención artística motivada por la necesidad de comenzar a regenerar una zona urbana deprimida es el de Autobarrios, realizado en San Cristóbal de los Ángeles, un barrio de Villaverde situado en la periferia sur de Madrid. En este caso la iniciativa vino por parte del colectivo Basurama, con la colaboración de Intermediae (Matadero Madrid) y Boa Mistura, que trabajaron junto a agentes sociales y vecinales del barrio. El proyecto fijó el objetivo de desarrollar un «proceso colectivo de reactivación de un lugar abandonado (bajo la autopista A4, único punto de contacto con la ciudad y en el que se encuentra la entrada al barrio), reinventando su función y su uso mediante la construcción de un espacio urbano sugerente por y para los jóvenes y vecinos del barrio». Este proyecto, además, ha continuado con más líneas de actuación, todas ellas encaminadas a formar a los jóvenes de la zona en la animación y activación del espacio recuperado.
Entonces, ¿estamos hablando de autogestión, de iniciativas municipales para mejorar zonas degradadas o de una vía para canalizar el modo de expresión de los artistas urbanos?
Dictinio de Castillo, co-creador de Verbo Estudio (un estudio de arquitectura que apuesta por la regeneración urbana a través de procesos colectivos), me comenta en una entrevista: «Buscamos que nuestras actuaciones en la calle inciten al ciudadano a participar activamente en el paisaje de su barrio».
Desde Todo por la praxis, colectivo multidisciplinar que a través de sus proyectos se propone «la reconquista del espacio público y su uso colectivo», inciden también en ello, ya que su metodología de trabajo se basa en los talleres de construcción colectiva (TCC). La idea que subyace en dichos talleres —a los que cada vez más se hace referencia— es propiciar que el ciudadano participe de forma colectiva y asuma un papel activo en la mejora del barrio y de su paisaje urbano. De esta forma, se genera un entorno de aprendizaje colaborativo fomentando la apropiación y empoderamiento del barrio por parte de sus vecinos, a través de la reinvención del uso de los espacios públicos, de sus funciones y de sus significados.
Otras iniciativas surgen directamente de la auto-organización de las comunidades de vecinos. Éste ha sido el caso del espacio El Campo de Cebada, un buen lugar en el que reunirse al aire libre en el centro de Madrid y que también sirve para conciertos o talleres de aprendizaje participativo.
El gran valor añadido de ‘Esta es una plaza’ reside en el hecho de que resulta un acogedor lugar de reunión, un refugio en el centro de la ciudad donde a uno le parecía que está en el campo
Otro ejemplo de nuevo espacio abierto y de uso vecinal es sin duda Esta es una plaza (Lavapiés, Madrid): se trata de un proyecto ubicado en un solar que llevaba 30 años abandonado y que fue puesto en valor por gente relacionada con movimientos de participación ciudadana y vecinos del barrio. En 2009 se logró que el ayuntamiento les cediese el uso del espacio, y actualmente funciona como un huerto urbano autogestionado que también alberga un parque de juegos para niños. Pero además de sus diversas utilidades, su gran valor añadido reside en el hecho de que resulta un acogedor lugar de reunión, un refugio en el centro de la ciudad donde a uno le parecía que está en el campo. Como decía Luis Elorriaga (Esta es una plaza) en la serie de RTVE La aventura del saber, es fundamental que contemos en nuestras ciudades con espacios que esponjen, que despejen. Habría que paralizar la construcción: «si se queda libre un solar, que se quede para uso comunal».
‘Los Madriles’, una iniciativa de Intermediae, nace con el fin de dialogar en torno a las nuevas formas de creación y gestión cultural impulsadas por la ciudadanía
Otro proyecto que, en mi opinión, es de lo más interesante que actualmente se está desarrollando en este campo, lo podemos conocer también a través de Intermediae y el Vivero de Iniciativas Ciudadanas: Los Madriles, Atlas de Iniciativas Vecinales. Este mapa surge de la necesidad de dar a conocer los espacios excepcionales construidos por la ciudadanía, poniendo en valor «la potencia de una ciudadanía crítica y activa que ha creado nuevos espacios de posibilidad, mediante la autogestión y la participación». Desde la invisibilidad mediática, lo cierto es que son muchas las organizaciones vecinales y ciudadanas que impulsan y recuperan espacios para la mejora de nuestras condiciones de vida. El proyecto también comprende encuentros para compartir y transferir el conocimiento aprendido, así como para dialogar en torno a las nuevas formas de creación y gestión cultural impulsadas por la ciudadanía.
A través de VIC (Vivero de Iniciativas Ciudadanas) podemos conocer una multitud de ejemplos: el Observatorio del patrimonio cultural en riesgo/ en peligro, con la creación de un mapa que visibiliza los bienes del patrimonio cultural desatendidos; Arregla mi calle, una plataforma para poner en contacto a ciudadanos y ayuntamiento a la hora de gestionar las incidencias en el entorno urbano; la creación de entornos verdes de manera creativa y participativa; Azoteas colectivas_Azoteas vecinales, que propone reactivar las azoteas de los edificios en desuso, diseñando sus nuevos usos colectivamente. Y como estos que se acaban de citar, cientos de acciones más orientadas a compartir servicios sociales profesionales, realizar proyectos de economía sostenible, crear bancos de tiempo y consumo colaborativo, o diseñar rutas alternativas para pasear por la ciudad.
«Los poderes públicos son importantes en casi todas las intervenciones por el tema de permisos y licitaciones, así como por la difusión posterior del proyecto» (Boa Mistura)
¿Qué papel deben tener en estos proyectos los poderes públicos?
Como expresaba Luis Moreno (Esta es una plaza) en el ya mencionado reportaje de RTVE sobre esta iniciativa, «el ayuntamiento debe ser el actor facilitador para que se desarrollen estas iniciativas, y no debe intervenir». En la misma línea, el colectivo artístico Boa Mistura me contestó así a la pregunta: «Los poderes públicos son importantes en casi todas las intervenciones por el tema de permisos y licitaciones, así como por la difusión posterior del proyecto».
Efectivamente, el apoyo en la gestión por parte de los entes locales es fundamental. En Madrid, por ejemplo, sigue vigente el Plan Estratégico de Cultura del Ayuntamiento de Madrid 2012-2015 (PECAM), un poderoso instrumento de análisis y estudio de las políticas culturales locales. Sus líneas estratégicas están encaminadas al fomento de la creatividad, la participación pública y la difusión en la mejora del paisaje urbano.
Uno de los proyectos que ha posibilitado dicho apoyo municipal ha sido Paisaje Tetúan, una serie de intervenciones en el espacio público para la mejora del paisaje urbano de este barrio de Madrid. La Junta Municipal elaboró el mapa de solares de propiedad municipal sobre los que intervenir, mientras que el Área de Urbanismo facilitó la información sobre la calificación de los terrenos. Desde 2013, multitud de agentes culturales están realizando sus aportaciones junto con los vecinos de Tetúan.
El colectivo Oficina de Gestión de Muros pone en contacto a artistas urbanos que quieran pintar en Madrid con comunidades de vecinos y dueños de muros interesados en que se intervenga en ellos.
En cuanto a las opciones de intervención que presentan los muros y las paredes de los edificios que quedan al descubierto, hemos contactado con la Oficina de Gestión de Muros, una herramienta a mi juicio con gran potencial. Este colectivo autogestionado pone en contacto a artistas urbanos que quieran pintar en Madrid con comunidades de vecinos y dueños de muros interesados en que se intervenga en ellos. Y actúa además como facilitador entre estas iniciativas ciudadanas y el ayuntamiento, poniéndose por un lado en contacto con las diferentes Juntas de Distrito de Madrid, y por otro con la Dirección General de Paisaje Urbano para tramitar las licencias necesarias.
¿Qué están consiguiendo estas iniciativas ciudadanas?
Desde el colectivo VIC se habla de «procesos de domesticación urbana del espacio que lo que hacen es transformar la memoria de lugares que quizá hayan sido olvidados, no estén visibilizados o que tengan problemáticas escondidas».
Para Boa Mistura, por otro lado, «el arte es el medio y herramienta de transformación social»y a través de sus proyectos «buscan la integración y la cohesión social. Lo que se consigue es llegar a la gente a través de la creatividad, siendo ellos partícipes de ese cambio”.
Con esto se logra, además, que la ciudadanía sea más consciente de que dichos espacios, los que conforman su entorno más inmediato, configuran una parte esencial de su identidad. Y es por ello que estos proyectos sirven, en definitiva, para que la gente tenga otra percepción del espacio público, se involucre más en su cuidado y se reapropie de su gestión adaptándola a las necesidades de su propia comunidad.
La iniciativa Autobarrios SanCristobal nació del colectivo Basurama con
Sarah Fdez Deutsch y las asociaciones del barrio Casa San
Cristóbal-Fundación Montemadrid, Educación Cultura y Solidaridad y la
Asociación de Vecinos La Unidad de San Cristóbal. A lo largo del
proyecto – que se inició a principios de 2012- colaboraron muchos como
Boa Mistura, Collectif ETC o Intermediae Matadero Madrid entre otros.